“El Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan” (Lucas 11:13).
Uno de mis grandes problemas es que suelo dejar encendidas las luces de mi vehículo. A veces, alguien me lo advierte, y las apago; pero una vez nadie me avisó, y se descargó la batería. Para colmo, ese día salí muy tarde de la oficina y todos mis compañeros ya se habían marchado. Afortunadamente, el seguro de mi auto incluye asistencia las veinticuatro horas del día. Así que llamé a la compañía y me enviaron un mecánico para que resolviera mi problema. Yo contaba con una póliza que me brindaba asistencia las veinticuatro horas del día los siete días de la semana. Estaba seguro de que mi seguro nunca me dejaría solo, valga la redundancia.
Antes de irse al cielo, Jesús les aseguró a sus discípulos que no los dejaría huérfanos, pues con ellos estaría siempre el Espíritu Santo, el “Defensor” (ver Juan 14:16, 26). La palabra griega traducida como “Defensor”, o “Consolador” es paráclito, un vocablo compuesto de paró, que significa “al lado” y dito, “uno que es llamado”; literalmente significa “uno que es llamado para estar al lado”. En el mundo grecorromano cuando un soldado resultaba herido, se le asignaba un compañero, un paráclito, para que estuviera a su lado siempre. También el paráclito hacía referencia al líder que infundía nuevas fuerzas a sus tropas. ¡Precisamente eso es lo que hace el Espíritu Santo con cada uno de nosotros!
Nuestro Defensor es el fiel amigo que se mantiene junto a nosotros, aun cuando nuestra vida es un completo desastre. El es el único capaz de ayudarnos a salir del atolladero en el que nos hemos metido. Evidentemente, para que el Espíritu pueda ejercer las funciones propias del paráclito, no puede ser un ser indefinido e impersonal -como dijo Pablo de Samotracia en el siglo III-, sino que ha de ser una persona real y concreta. El Espíritu tiene entendimiento (1 Corintios 2:11), voluntad (1 Corintios 12:11), poder (Lucas 4:14) y capacidad de amar (Romanos 15:30). Eso solo lo hace una persona.
¿Tienes un problema? ¿Se ha apagado la luz de tu vida? ¿Sientes que las heridas del alma no te dejan avanzar? Si tu respuesta es sí, entonces necesitas pedir la ayuda del Espíritu Santo ahora mismo.
Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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