La sencillez: es la mayor sofisticación. Leonardo da Vinci
Era analfabeta. Cada tarde se sentaba en la Plaza de España de Madrid y, con la excusa de que no sabía leer, pedía a un transeúnte que le leyera la Biblia. De transeúntes a cristianos solo hubo un paso. ¡Dios utiliza gente sencilla! En la época de los jueces, cuando Israel estaba sumido en un pozo, Dios llamó como libertadores a los personajes más insospechados. ¿Quién hubiera elegido en tiempos de guerra a un desconocido como Samgar? Sin embargo, con una vara para arrear bueyes ese hombre acabó con seiscientos filisteos. ¿Y qué me dices de Débora? ¿Una mujer dirigente del pueblo de Dios? ¡Más de uno se llevaría hoy las manos a la cabeza! Pero Dios la eligió. ¿Y Jael, que ni siquiera era israelita; o Jefté, hijo de una ramera y cabecilla de una banda de inadaptados? ¿Hubieras elegido tú a Gedeón? Él mismo dijo: “Mi clan es el más débil de la tribu de Manasés, y yo soy el más insignificante de mi familia” (Juec. 6:15, NV1). Sobra decir las proezas que realizó Dios a través de este héroe inesperado.
¿Y por qué no hemos de ser tú y yo las heroínas “inesperadas” que Dios utilice para convertir a un jefe ateo, para resolver un conflicto en una iglesia dividida, para ayudar a un joven a dejar la droga o a una mujer a salir de la prostitución? Tú puedes ser una libertadora en manos de Dios. Porque “Dios los ha llamado a pesar de que pocos de ustedes son sabios según los criterios humanos, y pocos de ustedes son gente con autoridad o pertenecientes a familias importantes. Y es que, para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a los que el mundo tiene por tontos; y para avergonzar a los fuertes, ha escogido a los que el mundo tiene por débiles. Dios ha escogido a la gente despreciada y sin importancia de este mundo, es decir, a los que no son nada” (1 Cor. 1:26-29). ¿Por qué? Porque “así nadie podrá presumir delante de Dios”. Al usar a personas como tú y yo, el Señor deja claro que la salvación viene de él, y no del poder humano. Confía en Dios, él da sabiduría y entendimiento al sencillo (ver Sal. 19:7; Sal. 119:130). Y recuerda que Dios no elige a la gente cualificada, sino que cualifica a la gente que elige.
“Dios ha escogido a la gente despreciada y sin importancia de este mundo, es decir, a los que no son nada, para anular a los que son algo. Así nadie podrá presumir delante de Dios” (1 Cor. 1:28, 29).
Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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