viernes, 12 de febrero de 2016

NO UN GRAN EGO, SINO UN GRAN CORAZÓN

“Haré de ti una nación grande, te bendeciré, engrandeceré tu nombre y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Génesis 12:2, 3

Este artículo anónimo es una de las descripciones más convincentes que haya leído sobre la misión de Dios para Israel y lo que podría haber ocurrido si los elegidos hubieran elegido permanecer fieles a él.
“Cuando las naciones de la antigüedad vieran el progreso sin precedentes de los israelitas, se suscitarían su atención y su interés. […] Deseando obtener para sí las mismas bendiciones, preguntarían cómo podrían adquirir también ellos esas evidentes ventajas materiales. Israel les respondería: Acepten a nuestro Dios como el Dios de ustedes, ámenlo y sírvanle como lo hacemos nosotros, y él hará lo mismo en favor de ustedes’ ”,
Ahora bien, fíjate en la razón de las bendiciones tangibles de Dios sobre los elegidos: “Las ventajas materiales gozadas por Israel tenían el propósito de atraer la atención y captar el interés de los paganos, para quienes las ventajas espirituales menos evidentes no tenían atractivo natural. Ellos se reunirían y vendrían de lejos’ (Isa. 49:18,12,6,8-9,22; Sal. 102:22), desde los extremos de la tierra (Jer. 16:19), a la luz de la verdad que resplandecería desde el ‘monte de Jehová’ (Isa. 2:3; 60:3; 56:7; cf. cap. 11:9-10). Las naciones que no habían sabido del verdadero Dios correrían a Jerusalén por causa de la manifiesta evidencia de las bendiciones divinas que acompañarían a Israel (cap. 55:5). De un país extranjero tras otro vendrían embajadores para descubrir, de ser posible, el gran secreto del éxito de la nación de Israel, y sus dirigentes tendrían la oportunidad de dirigir los pensamientos de sus visitantes a la Fuente de todo lo bueno. Su mente debía ser orientada de lo visible a lo invisible, de lo material a lo espiritual, de lo temporal a lo eterno. […] Finalmente la casa de Dios en Jerusalén habría llegado a llamarse casa de oración para todos los pueblos’ (cap. 56:7)” (Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, pp. 30,31; la cursiva es nuestra).
Hubo una vez en que tal fue el apasionado sueño de Dios para “los elegidos”. ¿Supones que sigue teniendo ese sueño? En el reformatorio carcelario de este mundo, ¿podría ser que Dios centre su corazón en uno para ganar el corazón de todos? Si ello es así, entonces está claro que la razón de ser de los elegidos hoy no tiene nada que ver con el engreimiento, y sí con el grandísimo corazón que aún anhela salvar a este mundo, en lo que de él dependa.

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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