Las apariencias engañan.
“La gente se fija en las apariencias, pero Dios se fija en el corazón” (1 Sam. 16:7, NVI).
Sí, LO SÉ, la frase que he escogido para hoy está ya muy manida. ¿Qué más podemos aprender sobre las apariencias a estas alturas? En teoría, seguramente lo tenemos todo claro, pero en la práctica… ¿De verdad no condiciona nuestras conclusiones y actitudes la apariencia de alguien o de algo? Piensa bien qué contestas, porque voy a ponerte a prueba.
¿Qué pensarías de un hijo que, con un beso, pide a su padre que lo bendiga, porque lo que más desea es su bendición? Yo pensaría que es un buen hijo y un muchacho convertido. ¿Y qué conclusión sacarías de un joven que besa a su amigo en público? Tal vez que debe de quererlo mucho para mostrarse tan afectuoso. Pero mejor no nos apresuremos, no etiquetemos a ninguno de los dos por un solo gesto; de hecho, nunca pongamos etiquetas. “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes” (Mat. 7:1, 2, NVI).
Jacob besó a su padre (Gén. 27:18-27), pero en un contexto de medias verdades y completas mentiras; y lo hizo para obtener su propósito, no por amor ni espiritualidad. Incapaz de esperar a que Dios obrara, con un beso se llevó el gato al agua.
Judas besó a Jesús (Luc. 22:47, 48), ya sabemos con qué intención; y Jesús, que sí sabía juzgar sin dejarse engañar por las apariencias, le preguntó:
“¿Con un beso me traicionas?”
Caemos en el error de juzgar por lo que vemos. Yo, por ejemplo, si veo un beso, creo que es señal de cariño, ni se me ocurre que puede estar motivado por la traición o el engaño. Y como “cree el ladrón que todos son de su condición”, imagino que a ti te sucederá lo mismo. ¿Qué revelan nuestros actos? Todos somos capaces de lo mejor y de lo peor, pero ni lo uno ni lo otro significan nada si no están motivados por el principio del amor.
La buena noticia es que Jesús puede enseñamos a discernir antes de sacar conclusiones; podemos aprender a actuar por los motivos correctos y con el fin apropiado, que es dar gloria a Dios. Hagamos un esfuerzo consciente por aprender a superar esta pequeña tendencia nuestra de juzgar por las apariencias.
Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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