miércoles, 30 de marzo de 2016

FUEGO EXTRAÑO

Para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio. Levítico 10:10.

Pronto, después de la apertura del servicio del Santuario, ocurrió un evento terrible justo enfrente del Tabernáculo. Era la hora de la adoración, y Nadab y Abiú, los dos hijos de Aarón, acababan de entrar en el Lugar Santo meciendo sus incensarios de bronce por los extremos de las cadenas. Eran cuencos, o braseros, llenos con fuego, para quemar incienso. Mientras el pueblo oraba afuera, sus oraciones iban a mezclarse con el dulce aroma proveniente de los incensarios.
Un destello brillante de luz de pronto se disparó hacia afuera desde el Tabernáculo. Los dos sacerdotes gritaron, se tambalearon hacia la puerta del Santuario, arrojaron sus incensarios y cayeron muertos en la entrada. Los adoradores dejaron de orar. Fuego proveniente del Señor había dado muerte a los dos hijos de Aarón mientras estaban conduciendo el servicio de adoración. “Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado” (Levítico 10:3).
Nadab y Abiú habían usado fuego común para cocinar en lugar del fuego santo que Dios mismo había colocado sobre el Altar del Holocausto. Ellos pensaron:
fuego es fuego, ¿cuál es la diferencia? Pero o razonamiento estaba confundido. Estaban destinados a ser desprolijos, porque habían estado bebiendo vino.
Estos dos jóvenes habían sido altamente exaltados y elegidos para ser líderes y maestros del pueblo. Habían visto muchas cosas maravillosas de parte de Dios y se suponía que se habían preparado para este trabajo santo. Pero, como muchas personas que van a la iglesia, cantan himnos, pagan el diezmo y reparten literatura, solo estaban fingiendo. Peor aún, su mente aturdida y torcida por el vino no vio nada malo en lo que estaban haciendo.
Dirigiéndose a Aarón, Moisés le dijo que no llorara o mostrara señales de luto. Aarón sabía que había sido muy indulgente con sus hijos. Les había permitido salirse con las suyas muchas veces. Aunque se sentía mal, no debía dar la más mínima impresión de que simpatizaba con el pecado. “No debía obrar en forma que pudiera inducir a la congregación a murmurar contra Dios” (Patriarcas y profetas, p. 375).
Finalmente, Moisés dijo las palabras de nuestro texto para hoy. Dios siempre quiere que reconozcamos la diferencia entre lo santo y lo profano.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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