El Señor ha escuchado mis ruegos, ¡el Señor ha aceptado mi oración! (Salmo 6:9, DHH).
Jenny tenía un pedido de oración. Al final de cada día, cuando se reunían para el culto familiar, siempre terminaban con una oración. Esa noche, Jenny le pidió a su familia que oraran por su amiga María.-Hoy, cuando María y yo estábamos caminando a casa desde la escuela, me dijo que estaba orado por su padre, para que consiguiera ese nuevo trabajo -contó Jenny-. María dijo que realmente lo necesitaba. Me dijo: “Yo no suelo orar, pero creo que debo hacerlo esta vez”. Me sentí tan mal por ella, cuando me lo dijo.
-¿Te sentiste mal por eso? -le preguntó el padre-. ¿Por qué?
Jenny suspiró:
-Bueno, pienso lo triste que es que Mary no ore todos los días. No puede sentir la paz que te da saber que Dios está siempre con uno, y que se le puede pedir cualquier cosa.
La madre asintió:
-Hay mucha gente como Mary, que no ora todos los días. Desconocen que pueden ser amigos de Jesús.
-Supongo que sí -dijo Jenny-, a mí me hace sentir bien saber que puedo hablar con Dios cuando quiera. María es una chica genial, y me dio pena que ella no lo supiera.
-¿Se lo dijiste? -preguntó la madre.
-Sí, pero no sé si realmente entendió. Sé que si oramos por ella, eso la ayudará.
-Es cierto -afirmó el padre, mientras se arrodillaban-. Jenny, ¿comienzas tú a orar hoy?
¿Y AHORA?
Orar por otra persona es uno de los regalos más poderosos que puedes dar. Prepara una lista de las personas que necesiten tus oraciones.
SPLASH:
Según una encuesta de la revista Newsweek, el 84% de los estadounidenses cree que la oración puede influir positivamente en la salud de otra persona.
Tomado de Matinal para Adolescentes 2016
“Intensamente, Ejercita tu Cerebro”
Compilado por Penny Estes Wheeler
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