¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:31
Moisés le advirtió a Faraón acerca de su obstinación. Si el Rey no permitía ir a Israel, vendrían las langostas y devorarían cada cosa verde que quedara en Egipto. El Rey intentó negociar con Moisés. Dejaría ir a los hombres, pero las mujeres y los niños debían quedarse. Moisés sacudió su cabeza. Todos los israelitas deben ir. Ante esto, Faraón se enojó tanto que ordenó a sus hombres que condujeran a Moisés y a Aarón fuera del palacio.
Moisés extendió su vara de pastor, y un viento del este comenzó a soplar. En menos de 24 horas, el viento trajo langostas por millones. Faraón le rogó a Moisés que detuviera la plaga, prometiendo que, ciertamente, dejaría ir al pueblo. Moisés oró, y el Señor envió un viento del oeste para que soplara las langostas hacia el mar Rojo. Pero, tan pronto como desaparecieron, Faraón cambió de parecer una vez más.
La novena plaga siguió, con una oscuridad tan profunda y negra que la gente podía sentirla realmente. Como los egipcios adoraban el sol y la luna, esto era un golpe severo a su orgullo. Sin embargo, aun en estos juicios se mostró la misericordia del Señor. Los tres días de oscuridad les darían a los egipcios tiempo para pensar acerca de Dios y arrepentirse.
Faraón llamó a Moisés. Ahora permitiría ir a los israelitas, pero debían dejar sus rebaños y sus manadas. Otra vez Moisés sacudió su cabeza. Debían llevar su ganado con ellos. Ante esto, Faraón se enojó tanto que perdió todo el control.
“¡Fuera de mi vista!”, gritó. “¡Ten cuidado de no verme de nuevo, porque el día que veas mi rostro nuevamente, morirás!”
Pero, Moisés lo iba a ver otra vez y Faraón no lo mataría como había amenazado. El Rey no se atrevía a tocarlo o dañarlo porque los egipcios creían que Moisés era el único que tenía el poder de quitar las plagas. E iba a haber una más. Cuando Moisés vio a Faraón por primera vez, le advirtió sobre esta plaga. No habría habido necesidad de diez plagas si el Rey no hubiese sido tan duro de corazón; pero ahora, la última plaga estaba por llegar. ¡Todos los primogénitos serían asesinados por el ángel destructor! Entonces, Faraón y su pueblo sabrían que es verdaderamente “horrenda cosa caer en manos del Dios vivo”.
Para aquellos que aman y obedecen a Dios, él es un escudo, pero aquellos que lo odian son dejados solos para sentir su impresionante poder.
Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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