“Vosotros, pues, oraréis así: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu Reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra’ ”. Mateo 6:9, 10
¿Te gustaría elevar una oración en la que tengas “garantizado” que tu petición es la voluntad de Dios? Wesley Duewel, en su libro Mighty Prevailing Prayer, describe lo que llama oraciones “consabidas” de Dios, oraciones que son siempre la voluntad de Dios (pp. 96,97).
Pimera oración: Siempre es voluntad de Dios salvar al pecador. “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Ped. 3:9). Entonces, atestemos nuestra lista de oración con los nombres de los que necesitan la salvación de Jesús. Hijos perdidos, vecinos perdidos, colegas perdidos, amigos perdidos, ciudades y pueblos perdidos e incluso naciones: debemos añadirlos a nuestra lista de oración. Y nunca es preciso que agreguemos la condición “Si es tu voluntad”, porque ya sabemos que es voluntad de Dios salvar a los perdidos -a todos-, si tan solo estuvieran tan dispuestos como él.
Segunda oración: Siempre es voluntad de Dios bendecir y reavivar a la iglesia. “¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?” (Sal. 85:6). ¿Por qué no iba Dios a querer avivar a su iglesia de la tierra? ¿Por qué no iba a anhelar que nuestras congregaciones locales se convirtieran en las sedes del ministerio del Espíritu Santo en nuestros barrios, nuestros pueblos, nuestras ciudades? Nunca tenemos que orar “Si es tu voluntad, por favor, vuelve a dar vida a nuestra iglesia”. Es voluntad de Dios.
Tercera oración: Siempre es voluntad de Dios glorificar su nombre. En víspera de su muerte durante su última visita al templo de Jerusalén, Jesús alzó los ojos al cielo y allí, ante la multitud, oró: “ ‘Padre, glorifica tu nombré. Entonces vino una voz del cielo: ‘Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez’ ” (Juan 12:28). A diferencia de nosotros, Dios no se vanagloria cuando glorifica su nombre. Antes bien, el nombre de Dios captura la gloria total del amante carácter divino. Y cuando Dios glorifica su nombre en medio de nosotros, es como fue en el templo: la atención está plenamente en Jesús. ¿Qué mejor oración puede elevarse, entonces, que esta petición, que busca que la gloria de Dios sea revelada en medio de nosotros, personal y colectivamente?
Aunque no podamos conocer la mente de Dios para cada necesidad que hayamos garabateado en nuestra lista de oración, sí queda claro que podemos conocer su corazón. Y, conociendo su corazón, ¿no podemos abrirle el nuestro por todos aquellos a los que él y nosotros valoramos tan profundamente?
Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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