“Y considerémonos unos a otros […], no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. […] Porque aún un poco y el que ha de venir vendrá, y no tardará”. Hebreos 10:24, 37
¿Cuál es ese día D que aparece en nuestro texto? Lee un poco más adelante en el capítulo, y queda claro que el autor está describiendo la Segunda Venida de Jesús. ¿Y el quid de lo que quiere decir? Si quieres salir en el retrato entonces, tienes que meterte en la foto de grupo ahora. Cuanto más cerca de nosotros esté el Día de Cristo, más cercanos debemos estar unos de los otros en el día de Cristo, el sábado. ¡No encontrarás un llamamiento más firme al culto sabático comunitario en ningún otro lugar de las Escrituras!
Lo cual, interpretado, significa que los días de ausentaros del culto se han terminado. Hemos sido demasiado permisivos en cuanto al culto sabático, tratándolo demasiado a menudo como una elección opcional basada en un capricho personal. “Me parece que hoy no voy. No tengo ganas”. Pero la pasión de Hebreos 10 declara que dejar “de congregarnos” debe terminarse en vista del Salvador próximo a venir. El culto colectivo está ligado a la preparación personal para su regreso. Repitámoslo: si queremos salir en el retrato entonces, debemos meternos en la foto de grupo ahora. ¿Cuánto más al filo necesita estar este mundo antes de que lo captemos? No es preciso que nadie analice los titulares por nosotros para que afirmemos que vivimos en el filo de la eternidad. ¡Ahora más que nunca nos necesitamos mutuamente cada sábado!
Dwight L. Moody, gran predicador estadounidense del siglo XIX, estaba de visita una noche en el hogar de un hombre de negocios de mucho éxito. Sentado junto a la chimenea, el hombre se estaba poniendo elocuente con su invitado en cuanto a por qué no necesitaba ir a la iglesia para adorar. Después de todo, encontraba mucho más satisfactorio adorar a Dios a solas, con un buen libro o un paseo por la naturaleza, o con un estudio tranquilo de la Biblia. “¿Quién necesita el jaleo y la molestia de bancos atestados y de un viaje inconveniente?”, protestó el hombre. Moody no llegó a decir palabra. En vez de ello, cuando el caballero acabó, Moody se estiró tranquilamente hasta la chimenea, agarró las tenazas y sacó un trozo de carbón al rojo vivo del fuego crepitante. Soltó el ascua encendida en la chimenea fuera de las llamas, dejándola allí. Los dos hombres, en silencio, se quedaron mirando el brillante trozo de carbón… que lenta pero inexorablemente perdió su fuego y su resplandor… hasta que, al final, no fue más que una voluta de humo y un trozo de carbón frío y calcinado.
No hubo necesidad de más palabras, como creo que tampoco aquí.
Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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