Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Rut 1:16.
Para escapar del hambre, Elimelec y su esposa, Noemí, junto con sus dos hijos, Mahlón y Quelión, empacaron sus pertenencias y dejaron Belén por la tierra que cruza el río Jordán. Había mucha lluvia y comida en la alta meseta de Moab. La familia pronto se adaptó a su nuevo hogar, y los dos hijos crecieron y se casaron con mujeres moabitas. Después, Elimelec murió y también lo hicieron sus hijos. Esto dejó a tres viudas llorando a sus esposos.
Un día Noemí, la viuda de Elimelec, decidió regresar a Belén. La hambruna se había acabado y, en su vejez, sería mucho más fácil vivir cerca de sus parientes y sus amigos. Las dos nueras, Orfa y Rut, salieron al camino con ella; pero, cerca del límite de Israel, Noemí se detuvo.
“Ustedes dos deberían regresar”, urgió. “No tengo más hijos con los que puedan casarse”. Noemí estaba pensando en el bien de sus nueras. Aunque era demasiado vieja para volver a casarse y tener hijos, quería que ella se sintieran libres de regresar a su pueblo y comenzar de nuevo. Tres veces, con los ojos humedecidos de emoción, instó a las muchachas a que regresaran.
De mala gana, Orfa decidió volver a su país, pero Rut rehusó irse. Más fuerte que el hogar, los amigos o los parientes era su deseo de entender el amor que había visto en la vida de Noemí. Allí, a la vera del camino aquel día, Rut abrazó a su suegra y dijo las hermosas palabras de nuestro texto. Su elección había sido seguir a Noemí para aprender a amar a su pueblo y a su Dios.
Las dos mujeres llegaron a Belén en mayo, en el tiempo de la siega de trigo. Rut, como una persona pobre más, tendría que espigar para vivir. Booz, el hijo de Rahab, era uno de los hombres más ricos del pueblo y propietario del campo donde Rut estaba trabajando.
Gracias a la bondadosa providencia de Dios, las cosas sucedieron rápidamente. En el espacio de unas pocas semanas, Booz se casó con Rut.
Y de este matrimonio nació un hijo llamado Obed, quien llegó a ser el abuelo de David. Jesús nació de esta familia muchos siglos más tarde. ¡Qué final feliz para una historia que comenzó tan tristemente con una hambruna y tres funerales! Y todo por elegir responder el verdadero amor.
Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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