Porque sembraron viento, y torbellino segarán. Oseas 8:7.
Se suponía que los hijos de Eli, Ofni y Finees, eran ministros del Señor. Tenían el alto oficio del sacerdocio, pero usaban su posición para conseguir todo lo que pudieran para sí mismos. El pueblo estaba asustado de ir a adorar a causa de los caminos malvados de estos hermanos. Y Eli no hacía nada al respecto.
Ese era el problema. Su padre, quien era el sumo sacerdote, nunca les hizo obedecer realmente a sus hijos y, como resultado, se convirtieron en pequeños maleducados. Y los pequeños maleducados crecieron y ¡fueron grandes maleducados!
El pequeño Samuel no estaba interesado en seguir a estos muchachos más grandes o escuchar sus ideas. El amaba demasiado a Dios. Ofni y Finees no sabían nada del amor de Dios. No podían. Había demasiado egoísmo bloqueando sus mentes, así que veían a Dios como un reflejo de sus propios malos caminos.
Y esa fue la razón por la que Dios le habló a Samuel aquella noche. Sabía que podía confiar en que este niño lo seguiría. Obedecía porque amaba.
¿Sabes que le dijo Dios a Samuel aquella noche? Claramente, le dijo que Eli había sido un padre tan débil al no corregir a sus hijos que ahora él tenía que rechazar tanto a Ofni como a Finees.
Poco después de esto, estalló una guerra con los filisteos. El pueblo de Israel había llegado a caer tan bajo que, en efecto, pensaba que si llevaban el Arca a la batalla esta los ayudaría a ganar la guerra. Dios había instruido específicamente al sacerdote para que siempre mantuviera el Arca en el Tabernáculo, pero a Ofni y a Finees no les importaba obedecer a Dios, así que llevaron el cofre sagrado hasta las líneas del frente de batalla.
Al principio, los filisteos se asustaron por esto, pero después se reanimaron y no solo mataron a los dos falsos sacerdotes y derrotaron a los israelitas, sino también capturaron el Arca.
Cuando un mensajero trajo las noticias a los israelitas que habían quedado en sus casas, todos comenzaron a llorar fuertemente. Eli, quien ahora estaba ciego, estaba sentado en una silla cerca de la puerta deb campamento. Preguntó de qué se trataba toda esa conmoción y, cuando le contaron, cayó hacia atrás y se rompió el cuello.
El torbellino de problemas para la casa de Eli había llegado a su fin, así como siempre llegará a aquellos que persisten en sus propios caminos.
Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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