lunes, 9 de mayo de 2016

UNA MAGDALENA MODERNA

Dios es lo primero en mi vida; no soy nada sin él. Karen Green

“Digamos que no tuve una infancia feliz”, afirma Karen Green.* Cuando tenía seis años, sus padres se divorciaron y ella se quedó con su mamá, quien la dejaba al cuidado de sus vecinos. El vecino comenzó a abusar sexualmente de ella, siempre dándole dinero a cambio. Aunque no entendía lo que pasaba, Karen sentía que aquello estaba mal, y se lo contó a su madre. Pero la policía no encontró pruebas.
A los trece años, Karen tuvo un hijo, pero no contó con el apoyo de su madre para criarlo. El novio de la madre se propasaba sexualmente con Karen y, en lugar de irse él de la casa, ella se fue a vivir con su tía, quien la condujo al desastre. Le impedía salir con muchachos jóvenes y cada vez que salía con un hombre, le preguntaba: “¿Cuánto dinero te ha dado?” Aquel se convirtió en su modo de vida… y de ahí a la droga.
Para mantener a su segundo hijo Karen fue a vivir con un hombre, que poco después la abandonó. Ella acabó suplicando ayuda por las calles, hasta que en su vida se cruzó una mujer compasiva que se comprometió a alimentar regularmente a su hijo. Entonces, Karen se volvió a Dios; comenzó a orar diariamente y decidió entregarse a la policía por un delito de prostitución. Dios escribe recto en renglones torcidos y en la cárcel esta mujer encontró su libertad. Gracias a un programa de desintoxicación con enfoque cristiano, se convirtió. Hoy Karen cuida de sus hijos y ha creado una organización sin ánimo de lucro que, en colaboración con la policía de Dallas, Estados Unidos, rescata a prostitutas de las calles y les ofrece una segunda oportunidad.
En todas partes hay Magdalenas modernas que esperan que alguien, siguiendo el ejemplo de Jesús, se cruce intencionalmente en su camino y les abra la puerta hacia una segunda oportunidad. Personas que acepten el llamado a compartir su pan con el hambriento, albergar a los pobres en casa, cubrir al desnudo y no esconderse de su hermano. ¿Serás tú una de ellas? Si lo eres, “entonces nacerá tu luz como el alba y tu sanidad se dejará ver en seguida; tu justicia irá delante de ti y la gloria de Jehová será tu retaguardia” (Isa. 58:7, 8). Pero no lo hagas por la recompensa, sino por amor.
“El ayuno que a mi me agrada consiste en esto: en que rompas las cadenas de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo; […] en que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes” (Isa. 58:6, 7).

* Doug Bender y Dave Sterrett, I am second [Yo estoy en segundo lugar] (Tennessee: Thomas Nelson, 2012), pp. 61-71.

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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