Jesús tuvo varias credenciales para apoyar sus declaraciones de que era el Mesías, el Hijo de Dios. Josh McDowell
Mucha gente pide pruebas para creer que Jesús fue el Mesías, y desde empunto de vista científico, tal vez este sea un hecho “improbable”. Pero existen muchas y muy probables razones para tener la certeza de que así fue. Una de las más indiscutibles tiene que ver, precisamente, con la ley de la probabilidad. ¿Qué probabilidades había de que se cumplieran tan al pie de la letra, en la vida de una sola persona, tantas profecías escritas cientos de años antes de su nacimiento? Las matemáticas indican que una en 10157.*
Para empezar, vayamos a Génesis 3:15, la primera profecía mesiánica: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya” (RV95). ¿Cuántos hombres han nacido de la simiente de una mujer? Todos menos uno, han provenido de la simiente masculina. Un poco más adelante, en Génesis 9, encontramos a Noé, quien tuvo tres hijos: Sem,
Cam y Jafet. De ellos provienen todas las naciones de la tierra, pero dos terceras partes fueron eliminadas de la línea del Mesías, que sería descendiente de Sem. Posteriormente encontramos a Abraham, a quien Dios prometió: “Por medio de ti bendeciré a todas las familias del mundo” (Gén. 12:3).
El gran patriarca de Israel tuvo dos hijos, Ismael e Isaac, pero solo el segundo fue elegido, es decir, el cincuenta por ciento de probabilidades. Isaac tuvo doce hijos, de los cuales Dios eligió solo a Judá como tribu mesiánica, y de ella solo a la familia de Isaí. Este tuvo ocho hijos, pero siete octavas partes fueron excluidas por Dios como antepasados del Salvador, quien finalmente vendría de la casa de David. Antes de nacer, el Mesías tendría un precursor que anunciaría su llegada y, además, nacería de una virgen. Su propio pueblo lo rechazaría, y los gentiles creerían en él. No son muchas las probabilidades de que haya habido dos como este, ¿verdad? Muchos han afirmado ser el Cristo, pero solo uno ha presentado todas las credenciales para ofrecemos garantía total de que lo es.
Como ves, Dios dirige los acontecimientos de la historia que tienen que ver con tu salvación. Puedes caminar confiadamente en sus manos, abandonando toda duda acerca de quién es tu Salvador, si con sinceridad y diligencia lo buscas.
“Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente” (Mat. 16:16).
* Josh McDowell, Míís que un carpintero (Miami: Unilit, 1997), p. 97.
Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
#AnteTodoCristiana #MeditacionesMatutinas #DevociónMatutinaParaMujeres #vigorespiritual #plenitudespiritual #FliaHernándezQuitian
No hay comentarios:
Publicar un comentario