“Entonces el hombre le dijo: ‘Suéltame, porque ya está amaneciendo’. ‘Si no me bendices, no te soltaré’, contestó Jacob” (Génesis 32:26).
A mi esposo se le acaba el combustible del automóvil y se queda varado a un costado de la carretera por lo menos dos veces al mes. Cada pocas semanas, recibo una llamada para Ir a rescatarlo, o llega golpeando la puerta una hora tarde tratando de explicar que tuvo que caminar hasta una estación de servicio. No es que su medidor de combustible no funcione, es que simplemente “nunca tiene ganas” de detenerse a llenar el tanque. De todas las historias (hasta ahora, porque vendrán otras más tarde) acerca de esto, mi favorita es la de la noche en que acabó colgado de la parte posterior de un camión.
Greg y su amigo Tim se dirigían a casa desde la universidad cuando, fiel a su costumbre, Greg se quedó sin combustible. Esto pasó a medianoche, en medio de la nada. Comenzaron a caminar por la oscura carretera cuando, de repente, una anciana que iba en un camión lleno hasta el tope, se detuvo y les gritó que no tenía lugar para ellos dentro del camión, pero que podían agarrarse de la puerta de atrás si querían. Ella manejaría más lento hasta la siguiente población. Ellos se colgaron del camión y ella avanzó a 80 kilómetros por hora. Greg me confesó más tarde que había pasado tanto miedo que concentró todas sus energías en una sola cosa: ¡no soltarse para nada!
Jacob habría podido seguir caminando en la oscuridad como Greg, pero Dios lo visitó en la noche y luchó con él hasta el amanecer. Jacob se aferró de él y se negó a dejarlo ir. Durante toda la noche, se enfrentó con fuerza con el “extraño”, decidido a obtener su bendición. ¡Y la consiguió! “Porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido” le dijo Dios (Gén. 32:28).
En algún momento, todos tendremos una lucha con Dios. Tendremos dudas, o sentimientos de rabia o culpa. Y, por lo que puedo entender, no hay nada de malo en eso. Está bien luchar con Dios, como algunos han hecho antes que nosotros. Sin embargo, lo que no está bien es ¡dejarlo Ir! Yo no sé con qué estás luchando hoy, pero quiero desafiarte a hacer un compromiso de todo corazón: sé como Jacob, que se negó a dejar ir a Cristo. MH
Tomado de lecturas devocionales para Adolescentes 2017
FUSIÓN
Por: Melissa y Greg Howell
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