Tu promesa es más dulce a mi paladar que la miel a mi boca, Salmo 119:103.
Necesitarás comida con diferentes sabores: agridulce (naranja), dulce (manzana, plátano), amargo (cáscara de limón, té), salado (sal, galleta salada) y un espejo.
Nuestro amoroso Dios desea que seamos muy felices y disfrutemos todo lo que hacemos.
Cuando comemos, no solamente nutrimos nuestros cuerpos para crecer, sino que Dios colocó algo en nuestro cuerpo para que podamos disfrutar los diferentes sabores. Es la lengua, y tiene aproximadamente diez mil papilas gustativas, que son los puntitos que se pueden ver (permita que vea los puntitos de su lengua con el espejo).
Cierra tus ojos por un momento e identifica cada sabor con tu lengua. (Permítale probar lo de sabor agridulce, salado, dulce y amargo.) ¿Cuál sabor te gustá más?
Dios nos ha dado la lengua para que podamos degustar lo que nos llevamos a la boca. Es un regalo maravilloso, porque podemos disfrutar los alimentos con sus diferentes sabores.
Cuando el pueblo de Israel se encontraba en el desierto, Dios le mandó un alimento que caía desde el cielo durante la noche. Temprano en la mañana, los israelitas encontraban sobre la tierra el maná.
¿Tienes idea de cómo era y qué sabor tenía? El maná era como las hojuelas del cereal que comemos, y su sabor era delicioso, dulce como la miel.
HABLA CON JESÚS
Gracias, Jesús, porque podemos disfrutar lo que comemos. Amén.
Tomado de lecturas devocionales para preescolares 2017
¡PEQUEÑAS SONRISAS!
Por: Míriam Rodríguez Carrillo
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