“Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:4).
La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó (en 2005) designar el 27 de enero, aniversario de la liberación de los campos de exterminio nazis, como el Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto, e instó a los Estados miembros a elaborar programas educativos que inculquen a las generaciones futuras las enseñanzas del Holocausto, para prevenir actos de genocidio en el futuro.
El Holocausto fue uno de los hechos más vergonzosos de la humanidad. No es novedad la existencia de psicópatas en la historia, pero fue inadmisible que unos noventa millones de personas prestaran su consentimiento para la denominada “solución final” de la “cuestión judía”: el genocidio de unos seis millones de judíos, gitanos y otros grupos minoritarios. Con razón, el pueblo judío denominó este hecho histórico como Shoá: “La catástrofe”.
El Holocausto es solo una muestra, aunque exacerbada, de lo que el mal y el pecado pueden hacer a la humanidad. Estos hacen que el hombre se vuelva contra el propio hombre e intente desdibujar la imagen de Dios en el prójimo. Y el argumento es el mismo. Así como Satanás, para autoexaltarse, necesitó denigrar a Cristo, la Alemania nazi, para autoexaltarse, enfatizando su condición de arrianismo puro, necesitó rebajar a judíos, gitanos, etc. Esto tomó dimensiones de fenómeno de masa, y terminó en uno de los genocidios más atroces de los que la humanidad haya sido testigo.
Además de la humanidad, como testigo de lo que el pecado puede hacer cuando infecta la creación, otros seres del vasto universo observan este terrible “experimento del mal”; y justamente estas atrocidades los inmunizarán contra un nuevo surgimiento del pecado y del mal. Cuando todo haya pasado, y esta historia terrena sea solo un mal recuerdo en la infinitud de la eternidad, ningún ser creado, empezando por quienes fuimos testigos directos de la pesadilla del pecado, querrá dudar del carácter de Dios y volver a rebelarse contra Aquel que es todo amor, misericordia y justicia.
Nuestro versículo señala el momento en que el Reino mesiánico acabará con la maldad y el odio, y convertirá las armas de guerra en instrumentos de paz y de esperanza. En medio de tanta maldad, odio y belicosidad, recuerda que esto será el recuerdo de una pesadilla, y podremos disfrutar eternamente de la armonía original con que Dios creó este universo
Tomado de lecturas devocionales para Jóvenes 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Por: Pablo Ale – Marcos Blanco
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