“Porque Jehová, el Señor, me ayuda, no me avergoncé; por eso he puesto mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado” (Isa. 50:7).
El verano estaba terminando. Los robles dejaban caer sus hojas marrones bajo las ramas de los imponentes árboles de hoja perenne. Nuestro vehículo estaba estacionado en un rincón tranquilo del campamento. Con el olor a naturaleza y el relajante murmullo del río, mi esposo y yo sentimos la paz de Dios. También nos rodeaban las montañas de residuos que dejó la fiebre del oro de 1849 en California. El río había dado vastas cantidades de oro a los mineros mucho tiempo atrás, pero el oro que yo me llevaba a casa no se compraba con dinero: era la preciada paz interior que me había provisto la determinación de un pequeño pájaro.
Una mañana, durante mi caminata río arriba, me había aventurado hacia una plataforma con vistas al río. Un pajarillo de color gris había llamado mi atención. Era un mirlo acuático. Fascinada, lo observé. Las flexiones constantes y profundas de sus rodillas mantenían su cuerpo en continuo movimiento, aun cuando las olas a las que se enfrentaba amenazaban con derribarlo. A pesar de la espuma que lo salpicaba y le pasaba por encima, el pequeño mirlo se mantuvo con tenacidad sobre la roca resbaladiza; de hecho, parecía disfrutar de los continuos torrentes de agua. Lo vi sumergirse en el frío río, en busca de larvas enterradas. A pesar de sus repetidos Intentos, solo una vez lo vi salir con un gusano en el pico. Sin embargo, aquel mirlo no se desalentó; continuó su búsqueda constante de alimento.
Descubrí que Dios había proporcionado una serie increíble de ayudas a esa criatura única: tapones en la nariz, fuertes garras, denso plumaje, párpados especiales para protegerse del agua, y una glándula sebácea para impermeabilizar sus plumas. ¡Cómo no alabar a Dios, por haberme dado a mí también todo lo que necesito!
Como bisabuela de cuatro criaturas, me doy cuenta de que la fuerza de mi juventud está disminuyendo. Pero la determinación inquebrantable de ese pequeño mirlo ha sido toda una inspiración para mí. Con la ayuda de Dios, yo también estoy dispuesta a aprovechar todos los talentos que me ha dado para atraer a otros hacia él. Y los años que me quedan haré su voluntad con todas mis fuerzas, y ayudaré a acelerar el regreso de mi Señor. ¿Harás tú lo mismo? Donna Lee Sharp
Tomado de lecturas devocionales para Damas 2017
VIVIR EN SU AMOR
Por: Carolyn Rathbun Sutton – Ardis Dick Stenbakken
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