“El alma generosa será prosperada: el que sacie a otros, será también saciado” (Prov. 11:25).
La generosidad es un símbolo de bendiciones, porque la Biblia afirma que quien la practica será prosperado y su sed será saciada. Es el hábito de entender las necesidades de los demás, e intentar satisfacerlas. Es abrir el corazón a otros y derramar amor. Cuando somos generosos, sembramos. Por lo tanto, la cosecha será generosa, si la siembra fue abundante; las bendiciones serán grandes, si la generosidad es grande. La cosecha se multiplica, si la siembra fue suficiente. El que siembra amor, cosechará amor; el que siembra odio, cosechará lo mismo. Ya lo dijo Pablo: “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará” (2 Cor. 9:6). No puedes esperar recibir, si no diste. Recibirás, si has dado lo suficiente como para satisfacer una necesidad.
A un joven estudiante de Medicina se le descompuso su auto en la vereda de un camino solitario. Para salir del lugar y conseguir ayuda, tenía que caminar mucho. Llegó a la choza de una pobre viuda, a quien le pidió un vaso de agua. Ella, en su bondad, le dio dos vasos de leche. Tiempo después, el médico terminó sus estudios y comenzó a trabajar en el hospital de ese pueblo. La viuda enfermó y fue internada. Cuando le iban a dar el alta, no tenía con qué pagar la cuenta. Aquel médico que habla recibido la ayuda de la viuda se enteró de la situación y pagó la cuenta de la señora; semanas después, le dieron el alta, sin que ella pagara un peso. La generosidad tiene su recompensa y viene de Dios, porque él lo ha prometido.
Otra base de la generosidad es la entrega a Dios. Si estás en Cristo y él vive en ti, la virtud de la generosidad brotará en tu vida. Eso pasó con los hermanos de la iglesia de Macedonia. Las Escrituras dicen: “No como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor y luego a nosotros por la voluntad de Dios” (2 Cor. 8:5). Cuando el creyente se ha entregado al Señor y ha hecho un compromiso con él, le entrega todo lo que tiene: fuerzas, talento, tiempo, habilidades, dinero y liderazgo. Cuando los miembros de la iglesia de Macedonia se entregaron al Señor, fueron impulsados por Dios mismo para ser generosos con los pobres de Jerusalén.
Que Dios nos ayude a cultivar la generosidad; dar todos los días una sonrisa a quien está a nuestro lado, y agradecer a Dios por sus bendiciones.
Tomado de lecturas devocionales para Adultos 2017
FUENTES DE VIDA
Por: David Javier Pérez
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