domingo, 1 de enero de 2017

LA HORA DE LOS GLADIADORES

“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).

El 1° de enero del año 404 d.C. fue un día histórico. Esa jornada quedó registrada como la fecha en que se celebró la última confrontación entre gladiadores en la ciudad de Roma. La capital del Imperio Romano, lujuriosa y hambrienta de espectáculos, estaba a solo unas décadas de caer. Poco a poco, la fiesta terminaba. Durante cinco siglos, el famoso Coliseo alimentó con violencia, sangre y muerte las retinas de los más de cuarenta mil espectadores que semanalmente acudían a sus gradas.
Para los juegos de inauguración del Coliseo (año 80 d.C.), el emperador Tito no escatimó gastos en deleitar a los gobernantes y al pueblo. La fiesta duró más de cien días, y casi nueve mil animales fueron sacrificados. Las peleas entre gladiadores y la caza de animales (entre ellos, rinocerontes, hipopótamos, elefantes, jirafas, leones, panteras, leopardos, cocodrilos y avestruces) estaban a la orden del día.
Emociona entrar bajo la estructura de ese histórico monumento y pisar la ahora pequeña plataforma que simula la antigua arena. Desde allí, la vista de las ochenta filas de gradas es más impactante que observar la estructura de arriba hacia abajo. Es forzoso imaginar a los cristianos dejando su vida por Cristo ahí, a merced de las enfurecidas fieras. Impresiona contemplar los túneles y los pasadizos que yacen bajo el Coliseo. Aún quedan restos del sistema de poleas original, que catapultaba animales hacia cualquier parte del escenario, ante la atónita mirada del gladiador de turno. Lo sorpresivo era permanente.
Sin quererlo o no, sin buscarlo o no, sin darnos cuenta o no, estamos inmersos en la batalla de la vida. Suele pasar que, cuando creemos que la situación está controlada, el peligro repentinamente aparece, como en el Coliseo, y nos roba los sueños.
La Biblia asegura que, un día, el conflicto terminará; mientras tanto, nos toca seguir peleando. La palabra “gladiator” proviene del latín gladiador, que significa “espada”. Como cristianos, también tenemos una espada en esta lucha espiritual: la Biblia (Efe. 6:17). “Hay una sola forma de ganar con la espada: tener la espada en la mano”, reza un antiguo dicho del medioevo. No podemos vencer sin nuestra espada. Hoy puede ser un día histórico. Es hora de tomar la espada y convertirte en un gladiador. Estudia tu Biblia. Aprópiate de la victoria.
“El poder de Dios, combinado con el esfuerzo humano, ha obrado una gloriosa victoria en favor nuestro. ¿No la apreciaremos?” (Elena de White, Mensajes para los jóvenes, p. 101). PA

Tomado de lecturas devocionales para Jóvenes 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Por: Pablo Ale – Marcos Blanco
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