“Entonces David rogó a Dios por el niño; ayunó David, se retiró y se pasó la noche “Ve y dile a Ezequías: ‘Jehová, Dios de tu padre David, dice así: He oído tu oración y he visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince años’”(Isa. 38:5).
Papá, no quiero hablar con mamá. Ella siempre cuida de gente que se aprovecha de ella -dijo la muchacha.
-Tu madre es una gran mujer; su corazón se preocupa por los demás. Impedirle ser quien es sería como decirle que detenga su corazón, para que no palpite. Se va a sentir fatal si le quitas esa libertad -respondió su padre.
Después de una semana de no hablar con su madre, la joven soñó que su madre había muerto. “No, Jesús, no estoy lista para que ella se vaya; ¡por favor, no la dejes morir! Te prometo que nunca volveré a evadir sus llamadas telefónicas”, exclamó la jovencita. Cayendo a los pies de Dios en el sueño, lloró. “Te prometo que nunca volveré a impedirle que haga lo correcto. Por favor, que esto sea solo un sueño”. Y lo era. Nunca antes habían sido contestadas sus oraciones tan rápidamente. Muy temprano en la mañana, su llamada telefónica despertó a su madre.
Sin embargo, el sueño de la muerte de su madre le estuvo rondando la cabeza. Tres meses después de ese sueño, su madre se cayó y se rompió el brazo. Los médicos dijeron que tal vez no podría utilizar el brazo de nuevo. “Señor, ¿por qué permites que algo así le pase a una persona tan buena y cariñosa?”, preguntó la joven. Poco después, la dolorosa experiencia había terminado, y su mamá pudo utilizar su brazo de nuevo.
Poco tiempo después, su madre fue diagnosticada con cáncer. La joven ayunó y oró, para que Dios la sanara. Ella pidió al Señor que le permitiera tener una madre de 65 años, es decir, quince años más de vida, como se los había dado al rey Ezequías. Sin embargo, solo cuatro meses después de aquel sueño, y después de haber rogado a la madre su perdón, la mamá falleció.
Cuando escuché esta experiencia, me pregunté: ¿Cuánto tiempo necesito para hacer lo correcto con mis amigos, mi familia y mi Padre celestial? ¿Cuánto tiempo tenemos tú y yo? Cada una debe tomar su decisión en este momento. Alabado sea Dios, porque nos puede dar el valor, la fuerza y el tiempo que necesitamos para hacer lo correcto con los demás y con él, antes de que sea demasiado tarde. Suhana Benny Prasad Chikatla
Tomado de lecturas devocionales para Damas 2017
VIVIR EN SU AMOR
Por: Carolyn Rathbun Sutton – Ardis Dick Stenbakken
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