“Los levitas marcharán en seguida, entre los cuatro campamentos, llevando con ellos la tienda del encuentro. Los cuatro campamentos marcharán uno tras otro, en el orden en que hayan acampado y bajo su propia bandera” (Números 2:17).
Muchas veces, he pensado que las partes más aburridas de la Biblia son sus detalles tediosos. ¿Quién quiere leer página tras página sobre genealogías? Que si Enoc engendró a Matusalén; que si Matusa no sé qué engendró a Lamec… Sin embargo, lo más interesante de estos detalles es que, a veces, esconden cosas fascinantes. Por ejemplo: a primera vista, cuando empiezas a leer el segundo capítulo de Números, puedes atascarte rápidamente en la descripción de cómo tenían que colocarse las tiendas de los hijos de Israel cuando acampaban en el desierto. Judá al norte, Dan al oeste…, básicamente, formaban un cuadrado perfecto con el Tabernáculo en el centro. Pero cuando comparamos estos aparentemente insignificantes detalles con algunos jeroglíficos hallados en la tumba del faraón egipcio Ramsés II, nos damos cuenta de que prueban que podemos confiar en la Biblia.
Se encontró un antiguo esquema de la disposición del ejército de este faraón en las paredes de su tumba, mostrando cómo se organizaba el campamento cuando sus tropas iban a ir a la guerra. Los arqueros se situaban en varios emplazamientos, con la caballería y los carros de guerra protegiendo la periferia. Y todo ello formaba un cuadrado perfecto donde la tienda del rey se situaba en el centro. ¿Te resulta familiar? No debería sorprendernos, porque Moisés fue educado y formado en la casa del faraón, lo que significa que conocía los métodos y las estrategias de guerra de los egipcios. Así que cuando lleva a ese gran grupo de gente a través del desierto, usa los conocimientos aprendidos en Egipto para organizados. Incluso en pequeños detalles como este, la Biblia se muestra merecedora de confianza. Observa de nuevo lo que coloca en el centro del campamento: la tienda de Dios, el Tabernáculo. Dios es el centro. Dios, y no Moisés ni ningún otro hombre, era su rey y líder.
¿Quién ocupa el centro de vida? ¿A qué le dedicas más tiempo y atención? Si no es a Dios, puede que sea el momento de reconsiderar tus prioridades. El centro de la religión judía de aquellos días no era simplemente una lista de normas y leyes, sino una persona: Dios. Él quiere ser lo que más valoras en tu vida, porque tú eres lo que él más valora en la suya. GH
FUSIÓN
Por: Melissa y Greg Howell
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