«El impío es víctima de sus grandes temores; los justos reciben lo que más desean» (Proverbios 10:24).
Josafat, rey de Judá, tenía delante de sí un gran ejército dispuesto a destruirlo junto con su pueblo. Así que, después de ponderar la situación, llegó a la conclusión de que no tenía la capacidad de enfrentar a su enemigo. Su equipo de colaboradores esperaba las órdenes del monarca. Entonces, el líder hebreo se postró de rodillas para decirle al Señor Io siguiente: 1) que le resultaba imposible oponerse al ejército que venía contra él; 2) que no sabía qué hacer; 3) que su única esperanza estaba en Dios (1 Crónicas 20: 12). Esta fórmula suena muy atractiva. Entonces, Dios actuó derrotando a los enemigos de su pueblo.
Es difícil escuchar una confesión de este tipo de parte de un monarca. Por lo general, la gente poderosa suele ser arrogante, poco previsible y testaruda. Incluso muchas de sus decisiones se basan en simples caprichos ridículos. La situación se vuelve más dramática si están rodeados de zalameros que se dedican a endulzar sus oídos, en vez de sabios que los orienten con prudencia. La historia de la humanidad está llena de ejemplos de cómo se perdieron batallas importantes debido a la necedad de quienes estaban al mando de los ejércitos. Posiblemente, Josafat podría haber recurrido al nacionalismo y exaltar las glorias del pasado para levantar el ánimo del pueblo y salir a luchar al frente de sus soldados. ¿Pero para qué? Solo habría encontrado una gloriosa muerte y, de igual modo, habría perdido la guerra. Sin embargo, prefirió humillarse delante de Dios y reconocer sus limitaciones y profunda necesidad del Padre celestial.
En esta parte, me gusta leer las palabras de Elena G. de White: «Puede parecer que Satanás triunfa y que la verdad está abrumada por la mentira y el error. Pero Dios quiere que recordemos cómo en lo pasado él salvó a su pueblo de sus enemigos. Siempre eligió para manifestar su poder los momentos de extrema necesidad, cuando no parecían tener posibilidad de verse librados de la acción de Satanás. La necesidad del hombre es la oportunidad de Dios» (Consejos para la iglesia, pág. 611).
¿Estás metido en graves problemas? ¿Has llegado a creer que tu situación no tiene remedio? Sin importar cuáles sean tus dificultades, te invito a seguir la fórmula de Josafat: 1) confiesa que tus problemas rebasan tu capacidad de enfrentarlos; 2) que no sabes qué hacer; 3) que has decidido colocar tu esperanza en Dios. Él no te dejará solo. Prepárate para ver su poder en tu vida.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2020
UNA NUEVA VERSIÓN DE TI
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario