“Entonces tus oídos oirán detrás
de ti la palabra que diga: ‘Este es el camino, andad por él y no echéis a la
mano derecha, ni tampoco os desviéis a la mano izquierda’ ” (Isaías 30:21).
El sentido que
suele experimentar más pérdidas en el ser humano es el oído. A partir de los
cuarenta años ya se observan pérdidas ligeras de la capacidad auditiva, aunque
la mayoría de los afectados no las notan. Sin embargo, al llegar a los sesenta
y cinco años, uno de cada tres ya tiene problemas importantes de audición. Y
cuando tomamos el grupo de personas de ochenta y cinco años, la mitad cuenta
con pérdidas significativas de audición. Los riesgos son amplios y algunos muy
graves. El afectado puede perderse información importante, correr riesgo de
accidentes, sufrir vergüenza, irritación y frustración al pedir una y otra vez
que le repitan lo dicho. En los casos más graves, la persona pierde la
independencia, la capacidad de adquirir nuevos conocimientos e incluso puede
acabar en la paranoia o la depresión. Por supuesto, las prótesis ayudan, aunque
cuentan con limitaciones importantes.
Es triste ver el
deterioro sensorial. Pero la habilidad auditiva pierde toda importancia cuando
la comparamos con la habilidad para escuchar la voz del Señor, como describe el
versículo de hoy. Para ello tenemos que mantener la sintonía con el Creador de
forma constante, como lo hicieran los pilotos durante décadas, escuchando las
señales acústicas emitidas por radio. Aquel sistema de navegación, antes de la
llegada del GPS, hacía que, cuando se desviaban hacia la derecha, escucharan
una serie de sonidos cortos, como los puntos del código morse. Si se desviaban
a la izquierda los sonidos eran largos, como las rayas del morse. Así evitaban
salirse de la aerovía y llegaban al destino deseado. El sistema solo era eficaz
manteniendo una sintonía constante con la emisora de radio.
También nosotros
tenemos la responsabilidad de mantener la sintonía en todo momento para
conducir la nave de nuestra vida a destino seguro. Dios quiere que escuchemos
su voz a través de las Sagradas Escrituras, que son como la emisora de radio
que nos avisa de continuo si vamos por el buen camino. A veces Dios habla por
medio de otras personas, por impresiones y experiencias espirituales íntimas,
pero esto solo es posible en constante sintonía con él. ¡Qué gran privilegio saber que Dios está
disponible para indicarnos la dirección exacta de nuestra ruta!
Si te sientes
desorientado o crees que eres incapaz de tomar decisiones, escucha con atención
la voz de Dios. Así podrás pilotar la nave de tu vida por la vía segura y
llegar al destino que el Señor te reserva.
DEVOCIÓN MATUTINA
PARA ADULTOS 2020
UN CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020
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