“Y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios
en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:24).
La voz original
griega de la palabra “vestíos” es endúo, término que indica ‘meterse en un
atavío’ y se ha traducido por ‘ponerse ropa o ‘vestirse’. La ropa comunica un
sentimiento en el que la lleva: las prendas de trabajo o deporte predisponen a
la acción y el atavío elegante invita a un movimiento despacioso y exquisito.
Esto afecta no solo a quienes portan el tejido, sino también a los que lo ven
desde el exterior. En efecto, la ropa conduce a prejuicios. Por ejemplo, hay
estudios que muestran que es más probable sufrir de discriminación por el modo
de vestir que por la raza u origen étnico.
En ocasiones la
leyenda ha tomado este concepto para añadir propiedades mágicas a la ropa. El
escritor ruso León Tolstói (1828-1910) relata el cuento de un zar que enfermó
gravemente. Los mejores médicos le aplicaron los remedios más avanzados, pero
su salud no mejoró. Desesperado, ofreció la mitad de sus posesiones a quien
fuera capaz de curarlo. Muchos acudieron con procedimientos que no convencieron
al soberano. Pero un trovador le infundió esperanza: “Señor, la única medicina
para vuestros males es vestir la camisa del hombre más feliz que se encuentre”.
Los soldados del
zar buscaron por todos los confines, pero ante tanta carencia, dolor y
sufrimiento, les resultó difícil identificar a alguien que fuera feliz. Aun
quienes tenían de todo se quejaban por algo. Finalmente encontraron a un hombre
humilde que vivía en una choza. No tenía mucho, pero contaba con muy buena
salud y gozaba del cariño de familiares y amigos. Concluyeron que era el hombre
más feliz.
—Traed
prestamente la camisa de ese hombre —fue la orden del palacio—. No importa lo
que pida por ella.
Pero los
emisarios regresaron con las manos vacías.
—¿Dónde está la
camisa? —increparon los oficiales.
Apenados,
respondieron:
—Aquel hombre no
tenía camisa.
El apóstol Pablo
usa esta figura de la ropa nueva para describir al hombre nuevo quien, después
del nuevo nacimiento, goza de una condición diferente a la anterior. Según
Efesios 4, la nueva condición transforma el carácter, desecha la mentira, el
enojo y el robo, promueve el trabajo y el altruismo, aparte de favorecer la
manera de hablar, que proporciona gracia y edifica a los oyentes. Además, el
nuevo hombre no tiene amargura, ira, gritería, maledicencia, ni ninguna clase
de malicia.
Prueba hoy a
ponerte ropa nueva, ese atuendo espiritual que se traduce en frutos del
carácter. Dios te lo ofrece gratuitamente.
DEVOCIÓN MATUTINA
PARA ADULTOS 2020
UN CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020
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