“Cada uno según
el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de
la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4:10).
En el versículo
de hoy se presentan dos grandes enseñanzas: primera, los dones que hemos
recibido de Dios son preciosos y, como portadores, debemos sentirnos
satisfechos por los regalos que el Creador nos hace, a quien damos la gloria
por tales obsequios; segunda, el propósito de los dones es ministrar a los
demás y no utilizarlos con fines egoístas.
Dos estudiantes
de derecho terminaron sus estudios en la Escuela de Leyes Chicago-Kent. El
primero de la promoción era un joven ciego de apellido Overton. Al ser
reconocido por su rendimiento académico en la ceremonia de graduación,
aprovechó el momento para mencionar que gran parte de su éxito se debía a su
compañero de carrera, el señor Kaspryzak, que no tenía brazos. Ambos se habían
conocido en la facultad y con frecuencia se los veía caminando, hombro con
hombro, Overton llevaba los libros y Kaspryzak guiaba a su compañero. En la
biblioteca, Kaspryzak leía y Overton escuchaba y pasaba la página cada vez que
el lector se lo decía, otras veces Overton dictaba y Kaspryzak escribía.
Contaban con dones distintos y con limitaciones diferentes. En conjunto,
formaban un equipo ideal.
La historia de
estos dos jóvenes abogados enfatiza el efecto mutuo que tiene el poner nuestros
dones al servicio de otros, como buenos administradores. Las bendiciones se
multiplican con la abundancia de dones, pues la Biblia enumera no pocos y la
lista no es completa pues, como dice el versículo de hoy, la gracia de Dios es
multiforme.
En 1 Corintios 12
encontramos los dones de palabra, conocimiento, fe, curación, profecía,
distinción entre espíritus falsos y el Espíritu de Dios, así como hablar y
comprender lenguas. En Romanos 12 se nos habla de dones de servicio, enseñanza,
exhortación, generosidad, solicitud, administración, asistencia y apoyo a
otros. En Efesios 4 leemos de dones eclesiásticos: apóstoles, profetas,
evangelistas y maestros.
Todos tenemos
ciertos dones y carecemos de otros, pues el Espíritu reparte “a cada uno en
particular como él quiere” (1 Cor. 12:11). Puede que no tengas los dones que
anhelas, pero ciertamente posees otros. Conócelos bien, cultívalos y, sobre
todo, sigue la recomendación del apóstol Pedro de utilizarlos para el servicio
de los demás. De esta forma te beneficiarás mucho, no solo de poner tus dones
al servicio de otros, sino también de las múltiples bendiciones que recibirás a
través de los dones de ellos.
DEVOCIÓN MATUTINA
PARA ADULTOS 2020
UN CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020
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