¡Hizo llover sobre su pueblo el maná, trigo del cielo, para que comieran!. Salmos 78: 24
—¡Pobre Moisés! —inició el culto esa mañana el padre—. Qué difícil era dirigir al pueblo de Israel, que constantemente se estaba quejando.
—Lo bueno es que Moisés buscaba a Dios para pedirle su dirección — comentó Susanita.
—Es cierto —respondió su papá—, es lo que debemos hacer siempre: buscar a Dios para pedirle que nos dirija. Fue así como Dios le dijo a Moisés que caería pan del cielo y les enviaría suficiente carne para que comieran, ¿se imaginan? Habían visto cómo habían caído las plagas de Egipto, cómo Dios había abierto el mar Rojo para que ellos cruzaran, cómo les había dado agua en el desierto, y ahora, ¿iba a llover pan del cielo? ¿Cómo les iba a proporcionar carne?
—No hay nada imposible para Dios —comentó Mateo.
—Exactamente, para Dios no hay nada imposible —continuó el padre—. Esa tarde el cielo se llenó de codornices que venían de todas direcciones, así que hubo suficientes para que el pueblo comiera. A la mañana siguiente, el campamento estaba cubierto de algo blanco y redondo; era el pan que Dios les había enviado. El pueblo empezó a recogerlo, pero debían seguir las instrucciones. Cada quien debía recoger diariamente la cantidad suficiente para comer en ese día, no más; pero como siempre, algunos desobedecieron las indicaciones que Dios daba por medio de Moisés y recogieron para dos días. Pero al disponerse a comer en el segundo día, vieron que el maná estaba lleno de gusanos, así que no se podía comer. Dios también había indicado que, al llegar el sexto día, viernes, debían recoger la porción de dos días, porque el sábado no caería maná del cielo. Sin embargo, algunos recogieron solamente una porción, así que cuando trataron de recolectar el sábado, no pudieron, porque no cayó maná. Para quienes habían obedecido, el maná extra no se echó a perder como sucedía los otros días de la semana, así que pudieron comer el sábado. Dios deseaba que su pueblo volviera a guardar el sábado. El sábado es el día santo que debemos guardar —concluyó el papá.
Tu oración: Querido Dios, gracias porque tú provees el alimento de todas tus criaturas.
¿Sabias que….. el maná dejó de caer cuando entraron en la tierra prometida?
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