«Cuando terminó David de ofrecerlos bendijo al pueblo en nombre del Señor, y a todos los israelitas, hombres y mujeres, les dio un pan una torta de dátiles y otra de pasas» (1 Crón. 16: 2-3).
Pasamos tres días en las zonas boscosas del Chirripó, en Costa Rica, ayudando a los cabécares. La tarea era inmensa: debíamos atender a casi cuatrocientos indígenas que asistirían a escuchar la Palabra de Dios y a recibir asistencia de nuestro equipo médico. En ciertos momentos temimos que la comida no alcanzaría, ya que para la hora del almuerzo, la fila parecía cada vez más larga. Los componentes de aquel equipo misionero decidimos orar con fe; ¡ese día comieron todos hasta saciarse incluidos nosotros!
Era importante atender esta necesidad básica de nuestros amigos, pues no se puede llevar únicamente la Palabra de Dios a personas que han caminado tres y hasta cinco horas para escuchar; además hay que llevarles alimento para sus cuerpos, tal como hizo Jesús cuando hablaba a las multitudes.
También el rey David se preocupó de bendecir al pueblo desde el punto de vista de sus necesidades físicas. Cuando el arca regresó a Israel tras haber pasado mucho tiempo en manos del enemigo, David bendijo a todos los presentes con pan, dátiles y pasas. Bendecir es actuar; bendecir es mucho más que llevar palabras bonitas o decir un fácil «Dios te bendiga». Bendecir es acompañar lo que decimos con hechos que lo respalden: dar de comer y beber al que no tiene, abrigar al que pasa frío, ayudar al que necesita una mano…
Porque «¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe, si sus hechos no lo demuestran? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe? Supongamos que a un hermano o a una hermana les falta la ropa y la comida necesarias para el día; si uno de ustedes les dice: «Que les vaya bien; abríguense y coman todo lo que quieran», pero no les da lo que su cuerpo necesita, ¿de qué les sirve? Así pasa con la fe: por sí sola, es decir, si no se demuestra con hechos, es una cosa muerta» (Sant. 2: 14-17).
¿Te interesa tener una fe muerta que no se demuestra con hechos? A mí tampoco. Lo que me interesa es compartir, a través de actos de bondad y altruismo, las bendiciones que recibo de Dios. Quiero vivir ese tipo de fe que realmente conduce a la salvación.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020
UN DÍA A LA VEZ
Patricia Muñoz Bertozzi
Lecturas Devocionales para Mujeres 2020.
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