"El hombre es sin culpa de acuerdo a su propio juicio, pero al venir su prójimo, lo examina" (Proverbios 18:17, BPE)
Cuando estudiaba en el seminario, era un chico sumamente estricto conmigo mismo. Además, me consideraba alguien que cumplía con la mayor parte de la reglamentación eclesiástica tradicional: era vegetariano, hacía ejercicio todos los días, leía la Biblia cada mañana, cumplía con todos los deberes escolares y asistía al templo cada sábado para ocupar los primeros bancos. Tal vez, si hubiera estado ante Jesús, también le habría preguntado: "¿Qué me falta, Señor?"
Tiempo después conocí a la que sería mi esposa y contrajimos matrimonio. De pronto, comencé a darme cuenta de que yo no era tan santo como suponía. En realidad, a pesar de ser un ministro de Dios, estaba muy alejado del ideal que el cielo tiene para sus hijos. La presencia de mi esposa dejaba ver mis grandes carencias, como si se tratara de un espejo que te muestra tal cual eres. Gracias a ella, creo que he podido combatir un buen número de elementos negativos de mi carácter, de los cuales no era consciente durante la soltería.
Muchas veces he escuchado que el matrimonio es algo muy complicado en estos tiempos y que la ola de divorcios es cada vez mayor, lo cual desanima a miles de jóvenes a comprometerse con otra persona. Es verdad, la vida matrimonial no es tan novelesca como a veces se pinta, pero no se debe tanto a la institución misma, cuanto a que te muestra como realmente eres: egoísta, obstinado, orgulloso e impaciente. Y sí, es posible que en esta época los seres humanos seamos más egoístas y menos tolerantes que en otros tiempos, de ahí que no siempre se acepten los desafíos de la vida matrimonial.
Yo creo que el matrimonio es una escuela para formar el carácter. Representa un desafío al egoísmo humano, por eso a veces resulta un tanto incómodo. Pero es muy importante para crecer como individuos y como cristianos.
No le tengas miedo al matrimonio. A quien debes temer es a ti mismo/a. Cuando se presente alguien con quien compartir la vida con la bendición de Dios, cásate. Ambos podréis apoyaros para crecer espiritualmente. Y si por alguna razón no sucede, ya Dios dispondrá otro medio para cumplir la función que tenía el matrimonio. No obstante, todo joven debe estar preparado para compartir su vida con otra persona. Nadie tiene por qué asumir actitudes pesimistas cuando la vida apenas comienza.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2020
UNA NUEVA VERSIÓN DE TI
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2020.
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