-Realmente el discurso de Moisés fue largo -empezó hablando en el culto la mamá-, pues debía decir todo lo que Dios quería que Israel recordara. En una parte de su discurso, mencionó las bendiciones que recibirían si obedecían todo lo que Dios les había dado. Dijo algo así: «Todo esto se lo estoy recordando porque Dios los ama, ustedes son su especial tesoro entre todos los pueblos y desea que obedezcan para que les vaya bien. Él ha prometido muchas bendiciones si ustedes le obedecen, así que todo lo que les digo es por su propio bien».
-Es como nosotros aquí en casa —comentó Susana—, ustedes desean que los obedezcamos a ti y a papá porque saben lo que es mejor para nosotros.
-Exactamente, Susana —respondió la mamá-. Nosotros deseamos lo mejor para ustedes; además ustedes están aprendiendo y nosotros debemos enseñarles para que, al crecer, anden en los caminos de Dios, también para que les vaya bien, como deseaba Dios que le fuera bien a su pueblo elegido. Continuando con la historia, Moisés también les dijo las maldiciones de que serían objeto si no obedecían las leyes de Dios. Sufrirían hambre, persecución, serían esclavos, perderían la protección de Dios y sus enemigos los atacarían. La amarga historia del pueblo de Israel al abandonar a Dios la iremos viendo más adelante. Nosotros tenemos la posibilidad cada día de leer la Biblia y decidir obedecer a Dios -finalizó la mamá.
Mi oración:Querido Dios, ayúdame a que sea mi delicia obedecer tu ley.
¿Sabías qué?
El libro de Deuteronomio fue el libro que encontraron en la época del rey Josías, llamado el «Libro de la ley».
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