Vámonos a Betel. Allí construiré un altar al Dios que me socorrió cuando estaba yo en peligro, y que me ha acompañado en mi camino (Génesis 35: 3).
En una ocasión tres de mis hermanos y un amigo de la iglesia decidieron realizar una caminata a campo traviesa. La idea era empezar a caminar por la reserva nacional de Bosencheve y subir las montañas hasta llegar al Santuario de la Mariposa Monarca en Las Papas, Michoacán. El segundo día de caminata continuaron por la misma vereda que habían tomado desde el principio y, para su sorpresa, encontraron a dos hombres vestidos de blanco, ambos con sombrero, uno portaba un machete y el otro un rifle. Los excursionistas les preguntaron si por ese camino saldrían a un pueblo llamado Angangueo. A lo que los hombres contestaron que sí, pero que no fueran por ese camino. Al ver que el camino que aquellos hombres proponían era otro y además les haría perder toda la distancia cuesta arriba que habían avanzado el día anterior, ellos les cuestionaron. Pero la respuesta de esos dos hombres fue contundente: «No sigan por el mismo camino, vengan con nosotros», y comenzaron a caminar a paso rápido abriéndose paso por el bosque. De repente a uno de mis hermanos se le rompió el tirante de la mochila, y se detuvieron por un minuto para hacer un amarre rápido. Cuando buscaron a los dos hombres en la vereda no los encontraron. Simplemente habían desaparecido. Caminaron el resto del día por el camino señalado hasta llegar a una ranchería llamada El Rosario, donde se acomodaron entre los árboles cerca de las casas para pasar la noche. Allí se les acercó un muchacho que cenó con ellos, y al amanecer le pidieron que los llevara con el comisario del lugar. Al platicar con el comisario, él los felicitó por haber cambiado de ruta ya que el día anterior habían matado a tres militares justo por donde ellos habían andado. Toda esa zona era de alto riesgo, los asaltantes de ganado mataban a quien veían por ahí. Además les recomendó que cambiaran de ruta, debido a los problemas que se estaban presentando. La caminata terminó sin novedad, ¿pero quiénes eran los dos hombres que los guiaron aquel día de forma tan especial? Por ahora, no sabemos la respuesta, pero sé que un día no muy lejano, cuando estemos en el cielo, la sabremos.
En una ocasión tres de mis hermanos y un amigo de la iglesia decidieron realizar una caminata a campo traviesa. La idea era empezar a caminar por la reserva nacional de Bosencheve y subir las montañas hasta llegar al Santuario de la Mariposa Monarca en Las Papas, Michoacán. El segundo día de caminata continuaron por la misma vereda que habían tomado desde el principio y, para su sorpresa, encontraron a dos hombres vestidos de blanco, ambos con sombrero, uno portaba un machete y el otro un rifle. Los excursionistas les preguntaron si por ese camino saldrían a un pueblo llamado Angangueo. A lo que los hombres contestaron que sí, pero que no fueran por ese camino. Al ver que el camino que aquellos hombres proponían era otro y además les haría perder toda la distancia cuesta arriba que habían avanzado el día anterior, ellos les cuestionaron. Pero la respuesta de esos dos hombres fue contundente: «No sigan por el mismo camino, vengan con nosotros», y comenzaron a caminar a paso rápido abriéndose paso por el bosque. De repente a uno de mis hermanos se le rompió el tirante de la mochila, y se detuvieron por un minuto para hacer un amarre rápido. Cuando buscaron a los dos hombres en la vereda no los encontraron. Simplemente habían desaparecido. Caminaron el resto del día por el camino señalado hasta llegar a una ranchería llamada El Rosario, donde se acomodaron entre los árboles cerca de las casas para pasar la noche. Allí se les acercó un muchacho que cenó con ellos, y al amanecer le pidieron que los llevara con el comisario del lugar. Al platicar con el comisario, él los felicitó por haber cambiado de ruta ya que el día anterior habían matado a tres militares justo por donde ellos habían andado. Toda esa zona era de alto riesgo, los asaltantes de ganado mataban a quien veían por ahí. Además les recomendó que cambiaran de ruta, debido a los problemas que se estaban presentando. La caminata terminó sin novedad, ¿pero quiénes eran los dos hombres que los guiaron aquel día de forma tan especial? Por ahora, no sabemos la respuesta, pero sé que un día no muy lejano, cuando estemos en el cielo, la sabremos.
Yaqueline Tello de Velázquez
Tomado de la matutina Manifestaciones de su amor.
Tomado de la matutina Manifestaciones de su amor.
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