El Señor protege a la gente sencilla; estaba yo muy débil, y él me salvo (Salmo 116: 6).
Hace algún tiempo regresábamos de un Congreso de mujeres. Entonces, cinco hombres alcoholizados en una camioneta pasaron de largo sin respetar la señal de alto puesta en la carretera, lo que provocó que el conductor del autobús tratara de maniobrar y frenara con tal rapidez que causó que nos saliéramos de la carretera y fuéramos a dar directo a una pendiente. Observé toda la escena con detalle sentada a la mitad de la última fila de asientos, donde me había acomodado para leer el libro La verdad acerca de los ángeles de Elena G. de White. En el momento del accidente leía precisamente sobre la protección que Dios nos provee a través de estos seres celestiales. Para muchos fue un accidente, para mí, en especial, fue una advertencia y una muestra del amor de Dios. El autobús quedó balanceándose a punto de voltearse, y dentro de mí sentí la seguridad que Dios con sus ángeles lo sostenían. Los gritos de miedo de algunas de las pasajeras despertaron a las que se encontraban durmiendo y en un momento todo se volvió un caos dentro de aquel autobús. La puerta se atascó, así que salí por la ventanilla y así ayudamos a evacuar a todas con el temor de que el vehículo se volcara en cualquier momento. Cuando todas estuvimos a salvo, ya más tranquilas, nos reunimos en círculo para orar a Dios, pedimos perdón por nuestros pecados y agradecimos por su gran amor y cuidado. Hubo lágrimas y abrazos en señal de reconciliación. Gracias a Dios, horas más tarde pudimos continuar nuestro camino para llegar a nuestro destino. El Señor nos ama con tal magnitud que es capaz de transformar los accidentes en bendiciones para mostrarnos su poder protector a través de sus ángeles, que siempre están con nosotros. Recuerda pedir la protección angelical cuando subes a un vehículo.
Hace algún tiempo regresábamos de un Congreso de mujeres. Entonces, cinco hombres alcoholizados en una camioneta pasaron de largo sin respetar la señal de alto puesta en la carretera, lo que provocó que el conductor del autobús tratara de maniobrar y frenara con tal rapidez que causó que nos saliéramos de la carretera y fuéramos a dar directo a una pendiente. Observé toda la escena con detalle sentada a la mitad de la última fila de asientos, donde me había acomodado para leer el libro La verdad acerca de los ángeles de Elena G. de White. En el momento del accidente leía precisamente sobre la protección que Dios nos provee a través de estos seres celestiales. Para muchos fue un accidente, para mí, en especial, fue una advertencia y una muestra del amor de Dios. El autobús quedó balanceándose a punto de voltearse, y dentro de mí sentí la seguridad que Dios con sus ángeles lo sostenían. Los gritos de miedo de algunas de las pasajeras despertaron a las que se encontraban durmiendo y en un momento todo se volvió un caos dentro de aquel autobús. La puerta se atascó, así que salí por la ventanilla y así ayudamos a evacuar a todas con el temor de que el vehículo se volcara en cualquier momento. Cuando todas estuvimos a salvo, ya más tranquilas, nos reunimos en círculo para orar a Dios, pedimos perdón por nuestros pecados y agradecimos por su gran amor y cuidado. Hubo lágrimas y abrazos en señal de reconciliación. Gracias a Dios, horas más tarde pudimos continuar nuestro camino para llegar a nuestro destino. El Señor nos ama con tal magnitud que es capaz de transformar los accidentes en bendiciones para mostrarnos su poder protector a través de sus ángeles, que siempre están con nosotros. Recuerda pedir la protección angelical cuando subes a un vehículo.
Amada Isabel Díaz de Delgado
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor
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