Velad, estad firmes en la fe, portaos varonilmente, y esforzaos. 1 Corintios 16:13
¡Qué consejo tan apropiado para este día! Lo necesitamos para hoy y para todos nuestros días. La obra de hoy y la obra de toda la vida dependen de seguir este consejo. La Biblia dice que Daniel fue el primer ministro de Babilonia. En realidad, fue primer ministro de dos grandes imperios. Y sirvió en ese puesto más de sesenta años. En todo lo que hizo sobresalió. De hecho, es el único personaje intachable del Antiguo Testamento. Al menos, no se registra ninguna falta de él. Sus enemigos lo escrutaron con todos los recursos del odio y la maledicencia, y no hallaron en él ninguna falta porque «él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él» (Dan. 6: 4). Dios nos dé la gracia para que, al final, nuestro historial sea idéntico al de Daniel. ¿Cuál fue la causa de su éxito ni los negocios, en la política y en el espíritu? Creo que este: «Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía» (Dan. 1: 8). Propósitos firmes y esfuerzos perseverantes: he ahí la clave del éxito en todos los esfuerzos de la vida, incluyendo la vida espiritual. Si bien Dios nos da su gracia para servirlo, no ayuda al que no se esfuerza denodadamente en su servicio (Jos. 1: 5-8). Benjamín Disraeli, que fue primer ministro del Reino Unido, y uno de los más insignes ocupantes de ese cargo en el siglo XIX, dijo una vez: «El secreto del éxito es la constancia en el propósito». Y con su vida dio un buen ejemplo de su teoría. Al comenzar su carrera política, cuando se convirtió en diputado, su primer discurso fue un fracaso. Se rieron y se mofaron de él. Sin embargo, levantándose de nuevo, señaló a sus opositores, y, sacudiendo el índice ante ellos, dijo: «¡Vendrá el día cuando me oirán!» Y llegó el día cuando escucharon cada una de sus palabras. Llegó a ser íntimo amigo y consejero de la reina Victoria, y uno de los hombres más notables de sus días. En 1876 se le confirió el título de Conde de Beaconsfield. Logró el éxito en el mundo político debido a la constancia en sus propósitos. Lo mismo ocurrirá con nosotros. Y no solo en la vida natural, pues en el ámbito espiritual sucede exactamente lo mismo. Para el apóstol Pablo ese era el secreto del éxito en la carrera cristiana. Aunque el consejo parece solo para los varones, también las mujeres cristianas deben ser esforzadas en la lucha por la corona de la vida.
Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.
¡Qué consejo tan apropiado para este día! Lo necesitamos para hoy y para todos nuestros días. La obra de hoy y la obra de toda la vida dependen de seguir este consejo. La Biblia dice que Daniel fue el primer ministro de Babilonia. En realidad, fue primer ministro de dos grandes imperios. Y sirvió en ese puesto más de sesenta años. En todo lo que hizo sobresalió. De hecho, es el único personaje intachable del Antiguo Testamento. Al menos, no se registra ninguna falta de él. Sus enemigos lo escrutaron con todos los recursos del odio y la maledicencia, y no hallaron en él ninguna falta porque «él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él» (Dan. 6: 4). Dios nos dé la gracia para que, al final, nuestro historial sea idéntico al de Daniel. ¿Cuál fue la causa de su éxito ni los negocios, en la política y en el espíritu? Creo que este: «Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía» (Dan. 1: 8). Propósitos firmes y esfuerzos perseverantes: he ahí la clave del éxito en todos los esfuerzos de la vida, incluyendo la vida espiritual. Si bien Dios nos da su gracia para servirlo, no ayuda al que no se esfuerza denodadamente en su servicio (Jos. 1: 5-8). Benjamín Disraeli, que fue primer ministro del Reino Unido, y uno de los más insignes ocupantes de ese cargo en el siglo XIX, dijo una vez: «El secreto del éxito es la constancia en el propósito». Y con su vida dio un buen ejemplo de su teoría. Al comenzar su carrera política, cuando se convirtió en diputado, su primer discurso fue un fracaso. Se rieron y se mofaron de él. Sin embargo, levantándose de nuevo, señaló a sus opositores, y, sacudiendo el índice ante ellos, dijo: «¡Vendrá el día cuando me oirán!» Y llegó el día cuando escucharon cada una de sus palabras. Llegó a ser íntimo amigo y consejero de la reina Victoria, y uno de los hombres más notables de sus días. En 1876 se le confirió el título de Conde de Beaconsfield. Logró el éxito en el mundo político debido a la constancia en sus propósitos. Lo mismo ocurrirá con nosotros. Y no solo en la vida natural, pues en el ámbito espiritual sucede exactamente lo mismo. Para el apóstol Pablo ese era el secreto del éxito en la carrera cristiana. Aunque el consejo parece solo para los varones, también las mujeres cristianas deben ser esforzadas en la lucha por la corona de la vida.
Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.
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