viernes, 23 de octubre de 2009

CUÍDATE DE TENER UN CORAZÓN LIMPIO Y VACÍO

Entonces dice: «Volveré a mi casa de donde salí», y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Mateo 12:44.

Es algo muy peligroso tener un corazón completamente limpio y vacío. Probablemente en más de una ocasión le habrás dicho en oración al Señor algo como lo siguiente: «Señor, limpia mi corazón de todo pecado. Vacíalo de todo deseo pecaminoso y de cualquier rebelión en contra de tu voluntad». Es una petición excelente; sin embargo ten mucho cuidado con esa clase de expresiones, porque un corazón limpio y vacío es el mejor sitio para que en él habiten espíritus inmundos. Según el versículo de esta mañana, tales espíritus están sumamente deseosos de morar en un sitio así.
La expulsión de las legiones demoniacas de cualquier corazón trae bonanza, naturalmente. Antes, el corazón estaba lleno de angustia, confusión y desesperación, pero cuando los demonios son echados fuera, el corazón queda limpio y vacío. No obstante, sería un serio error quedarse satisfechos solo con eso, congratulándonos emocionados por estar limpios y vacíos. El objetivo de Dios no se contenta con llegar solo hasta la limpieza. El Señor nos vacía del mal con el único propósito de llenarnos de él misino. Es muy frecuente que nos encontremos en la Biblia la orden de ser llenos de algo: «Sed llenos del Espíritu»; «Sed llenos de la palabra»; «Sed llenos de su amor». Por lo tamo, es un error estar satisfechos por haber sido vaciados en el momento en que el corazón se entregó al Señor Jesús.
Dios nos limpia y nos vacía para que lleguemos a ser su propiedad exclusiva, para que solamente él pueda usarnos. Él desea llenarnos del agua de vida, para refrescar el mundo por medio de nosotros. Está bien el celebrar la limpieza del corazón y estar libres de pecado, pero, más que eso, se debe celebrar la presencia de Jesús en el corazón, Si la limpieza no viene con el anhelo de ser llenos, jamás estarás disponible para servir al Señor.
La Biblia hace mucho hincapié cuando advierte que si el vacío dejado por el demonio no se llena, el diablo regresará con siete demonios más. Si visitantes tan indeseables encuentran la casa vacía y limpia y entrar a morar en su interior, el resultado no solo es perder la fe, sino excluirse de la gloria del testimonio. En Apocalipsis 3: 20 Jesús dice: «He aquí yo estoy a la puerta». Está llamando porque quiere entrar. Él sabe que tu corazón está limpio y vacío, y anhela entrar para bendecirte con su presencia. La decisión es tuya este día: los demonios o Jesús.

Tomando de la Matutina Siempre Gozosos.

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