Asegúrate de saber cómo están tus rebaños; cuida mucho de tus ovejas (Proverbios 27:23).
La primavera se acercaba y era un buen tiempo para empezar a preparar el terreno para la hortaliza familiar. Comenzamos a ablandar la tierra, formamos los surcos, sembramos la semilla y a medida que pasaba el tiempo veíamos con interés el crecimiento de las plantitas. Luego les dimos los cuidados necesarios, como el riego suficiente, quitamos las malezas que harían mal a las diferentes plantas que crecían saludablemente. Una mañana, como era costumbre, fuimos para ver cómo estaba nuestra huerta y cuál fue nuestra sorpresa al ver que un conejito había estado allí esa noche y se había comido todo lo que habíamos sembrado de acelgas. Sentí una gran tristeza al pensar en todo el trabajo y cuidado que habíamos tenido. Ese animalito habla destruido todo lo que para la familia había significado muchas horas de trabajo. Entré en la casa y mientras traté de pensar qué lección podría sacar con este incidente, vino entonces a mi mente que le había faltado algo a la hortaliza: un cerco protector. Como toda madre, existe en nosotras la preocupación por el desarrollo de los hijos a quienes tanto amamos y queremos proteger de las asechanzas del enemigo. Sin duda alguna en el hogar trabajamos con ellos de varias maneras, como lo es el culto familiar, consejos, la asistencia a la iglesia, etcétera. Pero permíteme mencionar un aspecto que ayudará a nuestros hijos a estar protegidos contra los ataques del enemigo: me refiero a mantenerlos ocupados. Esto servirá de gran medida para que el enemigo se mantenga apartado de ellos. Si a una planta hay que protegerla cuidadosamente de los ataques del enemigo que puede acabar con ellas, de igual manera a nuestros hijos, quienes como plantitas en el jardín de Dios, debemos protegerlos del enemigo feroz, quien como león rugiente anda buscando a quién devorar. Por eso sé diligente en conocer el estado de tus hijos y mira con cuidado por cada uno de ellos.
La primavera se acercaba y era un buen tiempo para empezar a preparar el terreno para la hortaliza familiar. Comenzamos a ablandar la tierra, formamos los surcos, sembramos la semilla y a medida que pasaba el tiempo veíamos con interés el crecimiento de las plantitas. Luego les dimos los cuidados necesarios, como el riego suficiente, quitamos las malezas que harían mal a las diferentes plantas que crecían saludablemente. Una mañana, como era costumbre, fuimos para ver cómo estaba nuestra huerta y cuál fue nuestra sorpresa al ver que un conejito había estado allí esa noche y se había comido todo lo que habíamos sembrado de acelgas. Sentí una gran tristeza al pensar en todo el trabajo y cuidado que habíamos tenido. Ese animalito habla destruido todo lo que para la familia había significado muchas horas de trabajo. Entré en la casa y mientras traté de pensar qué lección podría sacar con este incidente, vino entonces a mi mente que le había faltado algo a la hortaliza: un cerco protector. Como toda madre, existe en nosotras la preocupación por el desarrollo de los hijos a quienes tanto amamos y queremos proteger de las asechanzas del enemigo. Sin duda alguna en el hogar trabajamos con ellos de varias maneras, como lo es el culto familiar, consejos, la asistencia a la iglesia, etcétera. Pero permíteme mencionar un aspecto que ayudará a nuestros hijos a estar protegidos contra los ataques del enemigo: me refiero a mantenerlos ocupados. Esto servirá de gran medida para que el enemigo se mantenga apartado de ellos. Si a una planta hay que protegerla cuidadosamente de los ataques del enemigo que puede acabar con ellas, de igual manera a nuestros hijos, quienes como plantitas en el jardín de Dios, debemos protegerlos del enemigo feroz, quien como león rugiente anda buscando a quién devorar. Por eso sé diligente en conocer el estado de tus hijos y mira con cuidado por cada uno de ellos.
Rocío Barrera de Velázquez
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario