Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe (Gálatas 6:10).
Déjame contarte de una mujer bondadosa de nuestro tiempo: la hermana Lidia. ¿Tú aceptarías hospedar en tu casa a cuatro u ocho personas desconocidas por tres o cuatro semanas? Quizá algunas de nosotras aceptaríamos a una o dos personas y bajo circunstancias muy especiales. Pues la hermana Lidia y su esposo, Bienvenido Morales, nos albergaron en su hogar a toda mi familia por cuatro semanas, la primera vez la segunda vez, a los ocho integrantes del grupo Emmanuel que estábamos de gira en la ciudad de New York y sus alrededores, por tres semanas. Estas no fueron la primera ni la última vez que dicha familia hospedaba personas en su hogar. Recibieron en su casa a jóvenes que llegaban a la ciudad a colportar.
Lo inspirador de estas experiencias fue el amor, la atención, la bondad, el desinterés y solicitud con la que estos hermanos nos atendieron durante toda nuestra estancia. No contentos con brindarnos su hogar con todas las instalaciones y servicios, comida en abundancia y verdadero amor cristiano, se podía ver a la hermana Lidia entrar de un cuarto a otro, llevar en sus manos alguna prenda de vestir, zapatos, bolsa de mano, utensilios de cocina, lo que tuviera al mano, para ver si a alguno de nosotros le servían esas cosas. Al momento de dejar su casa para regresar a nuestros hogares, nos colmaron de provisiones, ropa, aparatos eléctricos y hasta llegaron a darles dinero a los muchachos para su pasaje o escuela.
No cabe duda que estos hermanos son ciudadanos del cielo al hospedar en su casa a la familia de Dios. Como grupo musical hemos disfrutado de la bendición de pertenecer a esa familia, y encontrar muchos hermanos dispuestos a ofrecernos lo que tienen con alegría y solicitud. Es cierto que no preocupamos por fomentar y mantener el apoyo a la comunidad más necesitada que nosotros, pero en el versículo de hoy, el apóstol nos alienta a hacer el bien a los de nuestra propia familia. Te invito a no desatender el consejo. ¡Levántate, limpia tu casa, prepara tu corazón y abre las puertas de tu hogar para recibir a la familia de Dios! ¡Seguramente tú serás la más bendecida!
Déjame contarte de una mujer bondadosa de nuestro tiempo: la hermana Lidia. ¿Tú aceptarías hospedar en tu casa a cuatro u ocho personas desconocidas por tres o cuatro semanas? Quizá algunas de nosotras aceptaríamos a una o dos personas y bajo circunstancias muy especiales. Pues la hermana Lidia y su esposo, Bienvenido Morales, nos albergaron en su hogar a toda mi familia por cuatro semanas, la primera vez la segunda vez, a los ocho integrantes del grupo Emmanuel que estábamos de gira en la ciudad de New York y sus alrededores, por tres semanas. Estas no fueron la primera ni la última vez que dicha familia hospedaba personas en su hogar. Recibieron en su casa a jóvenes que llegaban a la ciudad a colportar.
Lo inspirador de estas experiencias fue el amor, la atención, la bondad, el desinterés y solicitud con la que estos hermanos nos atendieron durante toda nuestra estancia. No contentos con brindarnos su hogar con todas las instalaciones y servicios, comida en abundancia y verdadero amor cristiano, se podía ver a la hermana Lidia entrar de un cuarto a otro, llevar en sus manos alguna prenda de vestir, zapatos, bolsa de mano, utensilios de cocina, lo que tuviera al mano, para ver si a alguno de nosotros le servían esas cosas. Al momento de dejar su casa para regresar a nuestros hogares, nos colmaron de provisiones, ropa, aparatos eléctricos y hasta llegaron a darles dinero a los muchachos para su pasaje o escuela.
No cabe duda que estos hermanos son ciudadanos del cielo al hospedar en su casa a la familia de Dios. Como grupo musical hemos disfrutado de la bendición de pertenecer a esa familia, y encontrar muchos hermanos dispuestos a ofrecernos lo que tienen con alegría y solicitud. Es cierto que no preocupamos por fomentar y mantener el apoyo a la comunidad más necesitada que nosotros, pero en el versículo de hoy, el apóstol nos alienta a hacer el bien a los de nuestra propia familia. Te invito a no desatender el consejo. ¡Levántate, limpia tu casa, prepara tu corazón y abre las puertas de tu hogar para recibir a la familia de Dios! ¡Seguramente tú serás la más bendecida!
Sara Laura Ortiz de Murillo
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
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