Busquen al Señor mientras puedan encontrarlo. Isaías 55:6.
Ayer, decenas de millares de personas de todo e país recibieron un regalo que jamás usarán. ¿Qué regalo es ese? Una tarjeta de felicitación.
Cada año, cuando se acerca la temporada navideña, la gente busca los regalos adecuados para las personas de su lista de Navidad. Algunos son fáciles de satisfacer. Otros no. Para esas personas están las tarjetas de regalo.
Las tarjetas de regalo son una combinación de certificado de regalo y tarjeta de crédito. Cuando una persona compra una en una tienda paga 35 dólares al cajero y el cajero carga la tarjeta de regalo con 35 dólares de crédito. La persona que recibe la tarjeta como regalo puede llevarla a la tienda y usarla para adquirir un regalo que ella misma escoge.
A mucha gente le gusta recibir tarjetas de regalo. Así tienen la posibilidad de divertirse comprando un objeto especial sin tener que pagar por él. Seguro que es mejor que hacer cola el día después de Navidad para devolver un objeto que no nos gusta.
El problema de las tarjetas de regalo es que la gente las pierde o se olvida de usarlas. Se calcula que un total de mil millones de dólares en tarjetas de ese tipo quedan pendientes de cambio. La gente que las recibió nunca las aprovechó.
¿No sucede lo mismo con la salvación? Hace dos mil años Jesús murió para salvarnos de la paga del pecado. Cuando dijo: «Está consumado» pagó el precio para que todos nosotros recibiésemos la salvación gratis. Pero por desgracia, como algunas tarjetas de regalo, su regalo de salvación es dejado de lado y jamás será utilizado.
Jesús te dio una tarjeta de regalo. Con su vida pagó el precio por tus pecados y te hizo un lugar en el cielo. Todo lo que tienes que hacer es estar de acuerdo con la transacción.
¿Por qué no lo haces hoy? En todo el universo no hay mejor regalo.
Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.
Ayer, decenas de millares de personas de todo e país recibieron un regalo que jamás usarán. ¿Qué regalo es ese? Una tarjeta de felicitación.
Cada año, cuando se acerca la temporada navideña, la gente busca los regalos adecuados para las personas de su lista de Navidad. Algunos son fáciles de satisfacer. Otros no. Para esas personas están las tarjetas de regalo.
Las tarjetas de regalo son una combinación de certificado de regalo y tarjeta de crédito. Cuando una persona compra una en una tienda paga 35 dólares al cajero y el cajero carga la tarjeta de regalo con 35 dólares de crédito. La persona que recibe la tarjeta como regalo puede llevarla a la tienda y usarla para adquirir un regalo que ella misma escoge.
A mucha gente le gusta recibir tarjetas de regalo. Así tienen la posibilidad de divertirse comprando un objeto especial sin tener que pagar por él. Seguro que es mejor que hacer cola el día después de Navidad para devolver un objeto que no nos gusta.
El problema de las tarjetas de regalo es que la gente las pierde o se olvida de usarlas. Se calcula que un total de mil millones de dólares en tarjetas de ese tipo quedan pendientes de cambio. La gente que las recibió nunca las aprovechó.
¿No sucede lo mismo con la salvación? Hace dos mil años Jesús murió para salvarnos de la paga del pecado. Cuando dijo: «Está consumado» pagó el precio para que todos nosotros recibiésemos la salvación gratis. Pero por desgracia, como algunas tarjetas de regalo, su regalo de salvación es dejado de lado y jamás será utilizado.
Jesús te dio una tarjeta de regalo. Con su vida pagó el precio por tus pecados y te hizo un lugar en el cielo. Todo lo que tienes que hacer es estar de acuerdo con la transacción.
¿Por qué no lo haces hoy? En todo el universo no hay mejor regalo.
Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.
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