Desde el principio este ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira! (Juan 8: 44).
Al pensar que el ser humano es pecaminoso y está hundido en el mal, surge la pregunta: ¿Por qué esta maldad? Como estudiantes de la Biblia tenemos una mejor comprensión de este problema. De otro modo estaríamos en tinieblas, como lo están los que no la tienen.
Sabemos que en algún punto de la eternidad, ciertos ángeles se rebelaron contra Dios. Pero, ¿cómo es posible que los ángeles se rebelaran contra Dios, siendo, como eran, seres perfectos que habitaban en condiciones perfectas? No es fácil responder esta pregunta. Cuando se trata de explicar el origen del mal, se cae frecuentemente en ideas que lo justifican. Pero si queremos intentar una explicación, parecería que el mal tuvo su razón de ser en el libre albedrío con que Dios dotó a sus criaturas inteligentes. Este implica libertad para pensar y actuar. Y a ciertas criaturas de su universo, Dios decidió darles esa libertad. ¿Por qué razón? No sabemos, pero Dios decidió hacerlo. ¿Es Dios, entonces, responsable del origen del mal? No. Dios es responsable de crear seres libres, no pecadores ni rebeldes.
Pero esta libertad implicaba la responsabilidad de usarla en armonía con la voluntad de Dios. Y hubo quienes fallaron en esto y se rebelaron contra Dios. Estos ángeles no fueron dignos de haber recibido ese honor de tener libertad, ya que «no mantuvieron su posición de autoridad, sino que abandonaron su propia morada» (Judas 6).
En suma, estos seres angelicales se rebelaron contra Dios, abandonaron sus responsabilidades en el gobierno divino, y usaron la mentira como su estrategia. Como resultado, fueron expulsados de la presencia de Dios. Jesús dijo del líder de la rebelión: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo» (Lúe. 10: 18). Ese es el informe de la revelación divina. Más de eso, tal vez no estamos en posición de entender. Pero nos enseña que la libertad requiere responsabilidad; y si no la tenemos, no se puede vivir en la presencia de Dios.
Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C
Al pensar que el ser humano es pecaminoso y está hundido en el mal, surge la pregunta: ¿Por qué esta maldad? Como estudiantes de la Biblia tenemos una mejor comprensión de este problema. De otro modo estaríamos en tinieblas, como lo están los que no la tienen.
Sabemos que en algún punto de la eternidad, ciertos ángeles se rebelaron contra Dios. Pero, ¿cómo es posible que los ángeles se rebelaran contra Dios, siendo, como eran, seres perfectos que habitaban en condiciones perfectas? No es fácil responder esta pregunta. Cuando se trata de explicar el origen del mal, se cae frecuentemente en ideas que lo justifican. Pero si queremos intentar una explicación, parecería que el mal tuvo su razón de ser en el libre albedrío con que Dios dotó a sus criaturas inteligentes. Este implica libertad para pensar y actuar. Y a ciertas criaturas de su universo, Dios decidió darles esa libertad. ¿Por qué razón? No sabemos, pero Dios decidió hacerlo. ¿Es Dios, entonces, responsable del origen del mal? No. Dios es responsable de crear seres libres, no pecadores ni rebeldes.
Pero esta libertad implicaba la responsabilidad de usarla en armonía con la voluntad de Dios. Y hubo quienes fallaron en esto y se rebelaron contra Dios. Estos ángeles no fueron dignos de haber recibido ese honor de tener libertad, ya que «no mantuvieron su posición de autoridad, sino que abandonaron su propia morada» (Judas 6).
En suma, estos seres angelicales se rebelaron contra Dios, abandonaron sus responsabilidades en el gobierno divino, y usaron la mentira como su estrategia. Como resultado, fueron expulsados de la presencia de Dios. Jesús dijo del líder de la rebelión: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo» (Lúe. 10: 18). Ese es el informe de la revelación divina. Más de eso, tal vez no estamos en posición de entender. Pero nos enseña que la libertad requiere responsabilidad; y si no la tenemos, no se puede vivir en la presencia de Dios.
Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C
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