En el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar su justicia. De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús (Romanos 3: 26).
El reconocimiento de que la justificación se da al pecador, es difícil de comprender para algunas personas. Algunos se preguntan: «¿Por qué Dios puede declarar justo al impío y pecador? En nuestro concepto humano de justicia no se supone que el injusto sea declarado inocente, y el inocente sea condenado. ¿Dónde estaría la justicia humana si eso se diera como provisión de ley? ¿Cómo es que Dios, que es justo por excelencia, puede justificar al impío? ¿No protestamos cuando eso ocurre en la justicia humana?»
Imaginemos este cuadro: Usted comete un delito y es llevado ante un juez para recibir la condena que merece por su violación de la ley Cuando el juez va a dictar su sentencia, aparece un amigo suyo que pide al juez que lo condene a él en lugar de a usted. ¿Cree que el juez accedería a su pedido? Por supuesto que no. En la justicia humana, «el que la hace la paga»; no hay provisión para que una persona pueda ser condenada por los delitos de otra. Si eso se da en la justicia humana, que es falible e imperfecta, ¿por qué la justicia divina puede condenar al inocente y justificar al pecador?
Lo que pasa es que cuando Dios condenó a Cristo como pecador, se echó la culpa del problema del pecado. La justicia divina no podía pasar por alto el pecado. Así que Dios pagó la pena del pecado, lo que significaba que llevó la culpabilidad. De esa manera, Dios obtuvo el derecho de justificar al pecador. Por eso Pablo dice: «Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios» (2 Cor. 5: 21). ¿No es esto maravilloso?
Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C
El reconocimiento de que la justificación se da al pecador, es difícil de comprender para algunas personas. Algunos se preguntan: «¿Por qué Dios puede declarar justo al impío y pecador? En nuestro concepto humano de justicia no se supone que el injusto sea declarado inocente, y el inocente sea condenado. ¿Dónde estaría la justicia humana si eso se diera como provisión de ley? ¿Cómo es que Dios, que es justo por excelencia, puede justificar al impío? ¿No protestamos cuando eso ocurre en la justicia humana?»
Imaginemos este cuadro: Usted comete un delito y es llevado ante un juez para recibir la condena que merece por su violación de la ley Cuando el juez va a dictar su sentencia, aparece un amigo suyo que pide al juez que lo condene a él en lugar de a usted. ¿Cree que el juez accedería a su pedido? Por supuesto que no. En la justicia humana, «el que la hace la paga»; no hay provisión para que una persona pueda ser condenada por los delitos de otra. Si eso se da en la justicia humana, que es falible e imperfecta, ¿por qué la justicia divina puede condenar al inocente y justificar al pecador?
Lo que pasa es que cuando Dios condenó a Cristo como pecador, se echó la culpa del problema del pecado. La justicia divina no podía pasar por alto el pecado. Así que Dios pagó la pena del pecado, lo que significaba que llevó la culpabilidad. De esa manera, Dios obtuvo el derecho de justificar al pecador. Por eso Pablo dice: «Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios» (2 Cor. 5: 21). ¿No es esto maravilloso?
Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C
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