Porque Jehová conoce el camino de los justos; mas la senda de los malos perecerá. Salmos 1:6.
Este conocimiento de Dios debe tener un significado más amplio que debiera decir que «Dios conoce el camino de los justos y también el de los malos». Desde otro punto de vista: Si el camino de los malos perecerá, ¿qué ocurrirá con el camino de los justos? A primera vista, el versículo de hoy puede dar la impresión de que el camino de los malos se sale del ámbito del conocimiento de Dios. Por eso no hay que aventurarse en ese camino.
¿Te imaginas qué pasa con las briznas de césped que arrojas al aire del patio de tu casa en medio de un ventarrón? El Salmo dice que precisamente ese es el destino de los malos: «Son como el tamo que arrebata el viento» (vers. 4, RV95). Es en ese sentido que Dios no «conoce» qué será de ellos. Elegir un camino equivocado al destino que él nos trazó es algo «desconocido» para Dios. Seguramente has estado varias veces en actividades o reuniones en las cuales se pasa lista de presencia. Escuchas tu nombre y gritas «presente». Algunas veces escuchamos un nombre y nadie responde. Así es la senda de los malos. Estarán ausentes. No habrán acudido a la cita con el Abogado para presentarse al juicio. No habrán acudido a la cita con su Salvador Cristo Jesús. Por eso la senda de los malos es desconocida.
¿Qué quiere decir, entonces, que Dios «conoce»? Significa, en el marco del mensaje bíblico, que el Omnipotente ha trazado un camino y un destino para los que creen. Hemos sido predestinados para la salvación... ¡Todos los seres humanos! (2 Pedro 3: 9). De ahí que quien se pierde es porque ha errado su gran destino. El Creador planeó el destino de los seres humanos que lo aceptan como el Señor de su vida. El Salmo termina con las palabras del texto base de la meditación de hoy, dice que Dios «conoce» el camino, es decir, todo el camino, hasta su desembocadura en las «mansiones» que el mismo Cristo dijo que iría a preparar para sus hijos (Juan 14: 1-3, RV95). Tu destino está asegurado, tú tienes un lugar reservado en el Reino. ¡No tengas temor!
Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna
Este conocimiento de Dios debe tener un significado más amplio que debiera decir que «Dios conoce el camino de los justos y también el de los malos». Desde otro punto de vista: Si el camino de los malos perecerá, ¿qué ocurrirá con el camino de los justos? A primera vista, el versículo de hoy puede dar la impresión de que el camino de los malos se sale del ámbito del conocimiento de Dios. Por eso no hay que aventurarse en ese camino.
¿Te imaginas qué pasa con las briznas de césped que arrojas al aire del patio de tu casa en medio de un ventarrón? El Salmo dice que precisamente ese es el destino de los malos: «Son como el tamo que arrebata el viento» (vers. 4, RV95). Es en ese sentido que Dios no «conoce» qué será de ellos. Elegir un camino equivocado al destino que él nos trazó es algo «desconocido» para Dios. Seguramente has estado varias veces en actividades o reuniones en las cuales se pasa lista de presencia. Escuchas tu nombre y gritas «presente». Algunas veces escuchamos un nombre y nadie responde. Así es la senda de los malos. Estarán ausentes. No habrán acudido a la cita con el Abogado para presentarse al juicio. No habrán acudido a la cita con su Salvador Cristo Jesús. Por eso la senda de los malos es desconocida.
¿Qué quiere decir, entonces, que Dios «conoce»? Significa, en el marco del mensaje bíblico, que el Omnipotente ha trazado un camino y un destino para los que creen. Hemos sido predestinados para la salvación... ¡Todos los seres humanos! (2 Pedro 3: 9). De ahí que quien se pierde es porque ha errado su gran destino. El Creador planeó el destino de los seres humanos que lo aceptan como el Señor de su vida. El Salmo termina con las palabras del texto base de la meditación de hoy, dice que Dios «conoce» el camino, es decir, todo el camino, hasta su desembocadura en las «mansiones» que el mismo Cristo dijo que iría a preparar para sus hijos (Juan 14: 1-3, RV95). Tu destino está asegurado, tú tienes un lugar reservado en el Reino. ¡No tengas temor!
«El cristiano [...] crece constantemente en felicidad, en santidad, en utilidad. El progreso de cada año excede al del año anterior». MJ 93
Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna
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