Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Mateo 22:39.
Todos los jueves acostumbrábamos estudiar las Escrituras, y antes de cada estudio, comentábamos algo de nuestras vidas como para "romper el hielo". Ese jueves fue distinto, porque lo que comenzó como un diálogo para "romper el hielo", derivó en una hermosa conversación que nos ayudó a conocernos más. Estela era la madre de dos alumnos del colegio y la vida no era lo que ella hubiera soñado. Con hijos pequeños, su esposo la abandonó para ir tras otra mujer, y desde ese momento ella había luchado para sacar adelante su hogar. Con la ayuda de Dios y de algunos familiares procuró darles todo lo mejor a sus dos criaturas, y la educación adventista formaba parte de ese don valioso. Describió con todo detalle momentos difíciles que tuvo que afrontar mientras sus hijos crecían, pero se sentía orgullosa por los buenos rasgos que ellos mostraban como jóvenes.
"Ayer, antes de venir al colegio —me dijo ella con los ojos húmedos— mi hijo mayor me abrazó y me dijo: 'Mami, te quiero muchísimo'. Esas muestras de amor son las que me dan fuerzas para continuar cada día".
¿Te pusiste a pensar que cuando Jesús nos dijo "ama a tu prójimo como a ti mismo", también estaba involucrando a tus padres? El verbo "honrar" que figura en las Escrituras en el quinto mandamiento, encierra muchos aspectos de la relación entre padres e hijos, y el amor es uno de ellos. Dios nos hizo como seres sociables, con la capacidad de amar y ser amados, y ese amor que el Padre eterno puso en nuestros corazones tiene que ser compartido.
Ese amor debe expresarse en todas las formas posibles: con palabras, miradas, muestras de cariño, paciencia, regalos. También lo expresamos con la entrega de nuestro tiempo, sabiendo escuchar, siendo tolerantes y comprensivos, señalando el error con el propósito de restaurar.
Procura a lo largo de este día, con la ayuda de nuestro Padre celestial, vivir a la luz del quinto mandamiento. Dios te ama, no solo porque la Biblia lo dice, sino también porque lo demostró entregando a Jesús. Hoy tenemos la posibilidad de demostrarle a Dios cuánto lo amamos en la persona de nuestros padres.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela
Todos los jueves acostumbrábamos estudiar las Escrituras, y antes de cada estudio, comentábamos algo de nuestras vidas como para "romper el hielo". Ese jueves fue distinto, porque lo que comenzó como un diálogo para "romper el hielo", derivó en una hermosa conversación que nos ayudó a conocernos más. Estela era la madre de dos alumnos del colegio y la vida no era lo que ella hubiera soñado. Con hijos pequeños, su esposo la abandonó para ir tras otra mujer, y desde ese momento ella había luchado para sacar adelante su hogar. Con la ayuda de Dios y de algunos familiares procuró darles todo lo mejor a sus dos criaturas, y la educación adventista formaba parte de ese don valioso. Describió con todo detalle momentos difíciles que tuvo que afrontar mientras sus hijos crecían, pero se sentía orgullosa por los buenos rasgos que ellos mostraban como jóvenes.
"Ayer, antes de venir al colegio —me dijo ella con los ojos húmedos— mi hijo mayor me abrazó y me dijo: 'Mami, te quiero muchísimo'. Esas muestras de amor son las que me dan fuerzas para continuar cada día".
¿Te pusiste a pensar que cuando Jesús nos dijo "ama a tu prójimo como a ti mismo", también estaba involucrando a tus padres? El verbo "honrar" que figura en las Escrituras en el quinto mandamiento, encierra muchos aspectos de la relación entre padres e hijos, y el amor es uno de ellos. Dios nos hizo como seres sociables, con la capacidad de amar y ser amados, y ese amor que el Padre eterno puso en nuestros corazones tiene que ser compartido.
Ese amor debe expresarse en todas las formas posibles: con palabras, miradas, muestras de cariño, paciencia, regalos. También lo expresamos con la entrega de nuestro tiempo, sabiendo escuchar, siendo tolerantes y comprensivos, señalando el error con el propósito de restaurar.
Procura a lo largo de este día, con la ayuda de nuestro Padre celestial, vivir a la luz del quinto mandamiento. Dios te ama, no solo porque la Biblia lo dice, sino también porque lo demostró entregando a Jesús. Hoy tenemos la posibilidad de demostrarle a Dios cuánto lo amamos en la persona de nuestros padres.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
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