lunes, 28 de febrero de 2011

AMIGOS PARA SIEMPRE

Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 1 Tesalonicenses 4:14.

David fue uno de los grandes amigos que me regaló Dios. Nos conocimos a los quince años y tuvimos la oportunidad de compartir tres años de nivel medio juntos, dos de los cuales fueron en la misma pieza del internado de un colegio adventista. Tenía un temperamento tranquilo y apacible, sin doble-i es ni hipocresía. Enfrentaba las situaciones con una madurez asombrosa, y Limbién sabía cómo conquistar y hacer reír a los que estaban a su lado. Era sumamente inteligente y tenía una memoria prodigiosa, así que en esos años de estudio, en más de una ocasión le pedí ayuda cuando no entendía la explicación del profesor. Luego de terminar el nivel medio ingresamos a la universidad, pero para hacer carreras diferentes: él Medicina y yo Ingeniería. Como nuestras universidades quedaban a unos seiscientos kilómetros de distancia, nos mantuvimos comunicados a través de las llamadas telefónicas y la correspondencia.

En esos años que estudié Ingeniería comencé a valorar la iglesia y la vida con Dios, y poco a poco volví de donde me había apartado. Como David era mi mejor amigo, le conté a través de una carta el cambio que estaba experimentando, a lo que me respondió: "Querido amigo, te felicito por las decisiones que estás tomando, porque nuestra amistad solo tendrá futuro si estarnos con Jesús. Yo no quiero que nuestra amistad se termine acá en el mundo, espero que la podamos continuar con Cristo en el cielo".

A los 24 años de edad, David, ya recibido de doctor en Medicina, tuvo que ser intervenido quirúrgicamente por un problema del corazón y perdió la vida. No tengo palabras para expresar lo que sentí al perder a un amigo tan querido, pero ¡qué reconfortante es saber que Cristo, el gran Amigo, vino a este mundo para darle una solución a la muerte! ¡Qué consuelo fue para mí saber que algún día volveré a encontrarme con David!

La iglesia de Tesalónica aparentemente no había entendido este tema, y ante la pérdida de algunos hermanos en la fe, se vieron afligidos por esta separación. El gran apóstol, al saber lo que estaban viviendo, les escribió una carta para que no se entristecieran "como los otros que no tienen esperanza" (I Tes. 4:13). Y luego les aseguró: "Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él". Sí, todos los amigos de Jesús volverán a la vida para morar eternamente a su lado, y si tú y yo nos preparamos, también formaremos parte de esa gran multitud que leubirá al Señor en el aire. Permítele a Jesús ser tu mejor amigo, y la eternidad no alcanzará para disfrutar de esa amistad.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

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