Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte como la muerte es el amor. (Cantares 8:6).
El texto de hoy hace una aplicación interesante de la palabra «sello». Un sello es una garantía de autenticidad. ¿Cuántas de nosotras deseamos que nuestra pareja sea sellada cada día, veinticuatro horas al día, todos los días del año, con el sello del auténtico amor?
El mandato divino dado a Adán y a Eva sigue vigente en nuestros días. Ellos debían andar siempre juntos, pero el enemigo supo muy bien cómo separarlos. Adán, muy enfrascado en el trabajo, y Eva, ensimismada en la belleza de la creación (dos cosas completamente sanas), cayeron víctimas del engaño cuando se separaron el uno del otro.
No dejes que ni siquiera las cosas buenas te alejen de tu pareja. No se trata de perder tu individualidad, que forma parte de la libertad que Dios ha dado al ser humano. Se trata de respetar a tu pareja. Respetarla significa valorarla, cuidarla. Los celos, el rencor, el remordimiento y otros sinsabores de la vida, no pueden tener cabida en una pareja sellada con el amor de Dios.
El amor no es un mito, es una realidad. Innumerables sucesos lo corroboran, como el caso del joven que protegió con su cuerpo la vida cíe su amada perdiendo así la suya propia, o el de la madre que atravesó las llamas para rescatar a su bebé, o el del hijo que, desobedeciendo una orden militar, se lanzó al agua para recuperar una fotografía de su madre. En todos estos casos vemos que el verdadero amor es incluso más fuerte que la muerte.
Siendo hoy un día tan especial, tienes la oportunidad de abonar, regar y cuidar esa plantita llamada amor que Dios le ha confiado. Busca la ayuda divina para brindar amor a tu pareja y a esas personas que te rodean. No te preocupes por lo que vas a recibir de ellas y entrégate sin esperar nada a cambio. De alguna forma, el amor se las arregla para devolver amor.
Deja que Cristo ponga el sello del amor en ti. Esto será una garantía del amor divino.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
El texto de hoy hace una aplicación interesante de la palabra «sello». Un sello es una garantía de autenticidad. ¿Cuántas de nosotras deseamos que nuestra pareja sea sellada cada día, veinticuatro horas al día, todos los días del año, con el sello del auténtico amor?
El mandato divino dado a Adán y a Eva sigue vigente en nuestros días. Ellos debían andar siempre juntos, pero el enemigo supo muy bien cómo separarlos. Adán, muy enfrascado en el trabajo, y Eva, ensimismada en la belleza de la creación (dos cosas completamente sanas), cayeron víctimas del engaño cuando se separaron el uno del otro.
No dejes que ni siquiera las cosas buenas te alejen de tu pareja. No se trata de perder tu individualidad, que forma parte de la libertad que Dios ha dado al ser humano. Se trata de respetar a tu pareja. Respetarla significa valorarla, cuidarla. Los celos, el rencor, el remordimiento y otros sinsabores de la vida, no pueden tener cabida en una pareja sellada con el amor de Dios.
El amor no es un mito, es una realidad. Innumerables sucesos lo corroboran, como el caso del joven que protegió con su cuerpo la vida cíe su amada perdiendo así la suya propia, o el de la madre que atravesó las llamas para rescatar a su bebé, o el del hijo que, desobedeciendo una orden militar, se lanzó al agua para recuperar una fotografía de su madre. En todos estos casos vemos que el verdadero amor es incluso más fuerte que la muerte.
Siendo hoy un día tan especial, tienes la oportunidad de abonar, regar y cuidar esa plantita llamada amor que Dios le ha confiado. Busca la ayuda divina para brindar amor a tu pareja y a esas personas que te rodean. No te preocupes por lo que vas a recibir de ellas y entrégate sin esperar nada a cambio. De alguna forma, el amor se las arregla para devolver amor.
Deja que Cristo ponga el sello del amor en ti. Esto será una garantía del amor divino.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
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