Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Éxodo 33:11.
Desde que el pecado entró al mundo, los seres humanos perdimos el privilegio de relacionarnos con Dios cara a cara. Adán y Eva tenían acceso a Dios mientras vivían inocentes en el jardín del Edén, pero después de la caída, tuvieron temor de conversar con él y se escondieron de su presencia.
A partir de ese momento muchos hijos de Dios tuvieron el deseo de conversar con Dios de esa manera, y la oración fue el medio por el cual hombres y mujeres pudieron tener acceso al trono celestial. Pero hubo al menos una excepción. La Biblia habla de un hombre que tuvo el privilegio de conversar cara a cara con Dios, "como habla cualquiera a su compañero", y ese fue Moisés. Nacido en un hogar de esclavos, fue educado hasta los cuarenta años en la corte egipcia. Después de cometer un asesinato, huyó a Madián y se convirtió en pastor de ovejas, labor que realizó por otros cuarenta años. En la soledad del desierto, Moisés cultivó una amistad genuina con Dios, y el altivo príncipe de Egipto llegó a ser el manso líder de Israel.
Con el sello y la autoridad del cielo, entró por las cortes egipcias para liberar a su pueblo, y después de una manifestación poderosa del Dios verdadero, guió la liberación de todos los israelitas. Con amor y devoción dirigió a ese pueblo que había vivido como esclavo por más de cuatrocientos años, enseñándoles la ley divina que sus padres habían honrado y ellos olvidado.
Ese gran líder, que vio en visiones el Santuario celestial, tuvo el privilegio de conversar con Dios cara a cara, y era tan vivida y tan real la presencia divina a su lado, que "la piel de su rostro era resplandeciente" y todo el pueblo tuvo miedo de acercársele (Éxo. 34:30).
¿Te gustaría conversar con Dios cara a cara como lo hizo Moisés? Estoy seguro que sí, y ese gran anhelo también lo tuvo Pablo cuando expresó: "Ahora vemos por espejo, oscuramente", porque a Pablo también le tocaba relacionarse con Dios como nosotros, a través de la fe y la oración. Pero luego agregó, "mas entonces veremos cara a cara" (1 Cor. 13:12). ¿Cuándo? Cuando Jesús regrese por segunda vez. ¡Qué alegría será conversar con Dios, mirarlo a los ojos, sin la presencia perturbadora del pecado! Para llegar allí, debemos cultivar nuestra amistad con él desde ahora, como lo hizo Moisés. Cada día es una nueva oportunidad para ser más amigos de nuestro buen Dios. Por eso, no pierdas la oportunidad que se te presenta hoy: renueva tu entrega al Amigo de los amigos.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela
Desde que el pecado entró al mundo, los seres humanos perdimos el privilegio de relacionarnos con Dios cara a cara. Adán y Eva tenían acceso a Dios mientras vivían inocentes en el jardín del Edén, pero después de la caída, tuvieron temor de conversar con él y se escondieron de su presencia.
A partir de ese momento muchos hijos de Dios tuvieron el deseo de conversar con Dios de esa manera, y la oración fue el medio por el cual hombres y mujeres pudieron tener acceso al trono celestial. Pero hubo al menos una excepción. La Biblia habla de un hombre que tuvo el privilegio de conversar cara a cara con Dios, "como habla cualquiera a su compañero", y ese fue Moisés. Nacido en un hogar de esclavos, fue educado hasta los cuarenta años en la corte egipcia. Después de cometer un asesinato, huyó a Madián y se convirtió en pastor de ovejas, labor que realizó por otros cuarenta años. En la soledad del desierto, Moisés cultivó una amistad genuina con Dios, y el altivo príncipe de Egipto llegó a ser el manso líder de Israel.
Con el sello y la autoridad del cielo, entró por las cortes egipcias para liberar a su pueblo, y después de una manifestación poderosa del Dios verdadero, guió la liberación de todos los israelitas. Con amor y devoción dirigió a ese pueblo que había vivido como esclavo por más de cuatrocientos años, enseñándoles la ley divina que sus padres habían honrado y ellos olvidado.
Ese gran líder, que vio en visiones el Santuario celestial, tuvo el privilegio de conversar con Dios cara a cara, y era tan vivida y tan real la presencia divina a su lado, que "la piel de su rostro era resplandeciente" y todo el pueblo tuvo miedo de acercársele (Éxo. 34:30).
¿Te gustaría conversar con Dios cara a cara como lo hizo Moisés? Estoy seguro que sí, y ese gran anhelo también lo tuvo Pablo cuando expresó: "Ahora vemos por espejo, oscuramente", porque a Pablo también le tocaba relacionarse con Dios como nosotros, a través de la fe y la oración. Pero luego agregó, "mas entonces veremos cara a cara" (1 Cor. 13:12). ¿Cuándo? Cuando Jesús regrese por segunda vez. ¡Qué alegría será conversar con Dios, mirarlo a los ojos, sin la presencia perturbadora del pecado! Para llegar allí, debemos cultivar nuestra amistad con él desde ahora, como lo hizo Moisés. Cada día es una nueva oportunidad para ser más amigos de nuestro buen Dios. Por eso, no pierdas la oportunidad que se te presenta hoy: renueva tu entrega al Amigo de los amigos.
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