¿Quien nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada? (Romanos 8:35).
Podemos considerar el texto de hoy como un llamamiento. Dios nos invita a decidir si queremos avanzar separados del amor de Cristo o si anhelamos con todo nuestro corazón permanecer bajo sus alas protectoras, sean cuales sean las circunstancias que hayamos de enfrentar. Malos y buenos, todos por igual, anhelan la felicidad en la misma medida. Sin embargo, a juzgar por el modo en que todos hoy en día buscan su propia felicidad y no la alcanzan, muchos nos preguntamos: ¿Es que acaso la felicidad está reservada para unos pocos y fuera del alcance de la mayoría?
Como esposa de pastor mi vida se desarrolla bajo circunstancias disímiles. A veces disfruto de una buena casa o de una buena iglesia, mientras que oirás me toca adaptarme a un entorno difícil por diversas razones. ¿Has experimentado alguna vez esa certeza de que te costará adaptarte?
Cuando mi hijo mayor era pequeño, nos trasladaron a una vivienda donde cada noche el silencio era interrumpido por una orquesta de animalitos que daban un concierto desde el tejado de la casa, y cuando las nubes se descargaban generosamente sobre nosotros, no sabíamos dónde colocar la cuna de nuestro bebé para que no lo alcanzaran las gotas de agua. Realmente, las circunstancias no eran muy favorables para que el amor de Cristo pudiera habitar en nuestras vidas e influir de manera positiva en nuestro trabajo misionero. Sin embargo, muchos años después, todavía recuerdo aquel lugar por la indescriptible paz y felicidad que sentí mientras vivimos allí.
No permitas que las circunstancias le separen del amor de Cristo. Con frecuencia escuchamos la frase «todo pasa», y ciertamente es así. Lo bueno y lo malo pasan, porque el tiempo no se detiene. Así que, aferrémonos al amor con el que podemos enfrentar las circunstancias adversas. No dejes pasar el día de hoy sin agradecerle a Cristo Jesús porque ese amor no está sujeto a circunstancias externas, sino a su forma de amar, que nunca cambia.
Enfrenta la vida con amor. Lo demás viene por añadidura.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Podemos considerar el texto de hoy como un llamamiento. Dios nos invita a decidir si queremos avanzar separados del amor de Cristo o si anhelamos con todo nuestro corazón permanecer bajo sus alas protectoras, sean cuales sean las circunstancias que hayamos de enfrentar. Malos y buenos, todos por igual, anhelan la felicidad en la misma medida. Sin embargo, a juzgar por el modo en que todos hoy en día buscan su propia felicidad y no la alcanzan, muchos nos preguntamos: ¿Es que acaso la felicidad está reservada para unos pocos y fuera del alcance de la mayoría?
Como esposa de pastor mi vida se desarrolla bajo circunstancias disímiles. A veces disfruto de una buena casa o de una buena iglesia, mientras que oirás me toca adaptarme a un entorno difícil por diversas razones. ¿Has experimentado alguna vez esa certeza de que te costará adaptarte?
Cuando mi hijo mayor era pequeño, nos trasladaron a una vivienda donde cada noche el silencio era interrumpido por una orquesta de animalitos que daban un concierto desde el tejado de la casa, y cuando las nubes se descargaban generosamente sobre nosotros, no sabíamos dónde colocar la cuna de nuestro bebé para que no lo alcanzaran las gotas de agua. Realmente, las circunstancias no eran muy favorables para que el amor de Cristo pudiera habitar en nuestras vidas e influir de manera positiva en nuestro trabajo misionero. Sin embargo, muchos años después, todavía recuerdo aquel lugar por la indescriptible paz y felicidad que sentí mientras vivimos allí.
No permitas que las circunstancias le separen del amor de Cristo. Con frecuencia escuchamos la frase «todo pasa», y ciertamente es así. Lo bueno y lo malo pasan, porque el tiempo no se detiene. Así que, aferrémonos al amor con el que podemos enfrentar las circunstancias adversas. No dejes pasar el día de hoy sin agradecerle a Cristo Jesús porque ese amor no está sujeto a circunstancias externas, sino a su forma de amar, que nunca cambia.
Enfrenta la vida con amor. Lo demás viene por añadidura.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
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