Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16.
Nunca nadie me amó -se queja Germán, con la cabeza entre las manos, en señal de derrota.
Es el cuadro de la desesperación, de la impotencia; la aceptación elocuente del fracaso.
Germán es homosexual; abusaron de él cuando era solo un niño de ocho años.
-¡Es injusto lo que la vida hizo conmigo! -se lamenta.
Durante algún tiempo, el joven moreno, de cabellos rizados y sonrisa triste, trató de racionalizar su pecado. Argumentó que era un asunto de "preferencia" sexual, y que los tiempos habían cambiado.
Tal vez los tiempos hayan cambiado. Acaso la cultura de nuestros días intenta aceptar cualquier desvío de la conducta como algo normal. Pero, el angustiado grito de su corazón no cambiaba. Germán sabía que había salido de las manos de Dios y que nunca sería completo si no se volvía a él. Su corazón buscaba el retorno a la plenitud, que solo podría ser encontrada en el Creador.
Germán era despreciado, rechazado, dejado de lado, a pesar de que se unía a grupos reivindicatoríos y exigía que se respetasen sus derechos. De aquel rechazo nacía su tristeza, su sonrisa melancólica, y las lágrimas que derramaba a solas cuando se encontraba entre cuatro paredes y sentía la ausencia de Dios.
Una noche triste, de sus tantas tristes noches, me vio hablando en la televisión. Lo que tocó su corazón fue saber que era importante para Dios, a pesar de que él siempre había creído que no le importaba a nadie.
El hecho de saber que Dios lo había amado tanto que entregó a su Hijo unigénito para morir en la cruz, por él, lo conmovió. Se sintió más malo que nunca; sucio; indigno. Pero, misteriosa, incomprensible e incoherentemente feliz. Aquel momento constituyó el comienzo de una nueva experiencia. Aquella noche, frente al televisor, el joven de sonrisa melancólica y cabellos acaracolados entendió que su valor no radicaba en lo que era, sino en lo que Jesús había hecho por él en la cruz del Calvario.
Por eso hoy, antes de enfrentar las vicisitudes de la vida, piensa un poco en el amor maravilloso de Dios por ti. Y que eso te inspire a vivir un nuevo día. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna".
Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón
Nunca nadie me amó -se queja Germán, con la cabeza entre las manos, en señal de derrota.
Es el cuadro de la desesperación, de la impotencia; la aceptación elocuente del fracaso.
Germán es homosexual; abusaron de él cuando era solo un niño de ocho años.
-¡Es injusto lo que la vida hizo conmigo! -se lamenta.
Durante algún tiempo, el joven moreno, de cabellos rizados y sonrisa triste, trató de racionalizar su pecado. Argumentó que era un asunto de "preferencia" sexual, y que los tiempos habían cambiado.
Tal vez los tiempos hayan cambiado. Acaso la cultura de nuestros días intenta aceptar cualquier desvío de la conducta como algo normal. Pero, el angustiado grito de su corazón no cambiaba. Germán sabía que había salido de las manos de Dios y que nunca sería completo si no se volvía a él. Su corazón buscaba el retorno a la plenitud, que solo podría ser encontrada en el Creador.
Germán era despreciado, rechazado, dejado de lado, a pesar de que se unía a grupos reivindicatoríos y exigía que se respetasen sus derechos. De aquel rechazo nacía su tristeza, su sonrisa melancólica, y las lágrimas que derramaba a solas cuando se encontraba entre cuatro paredes y sentía la ausencia de Dios.
Una noche triste, de sus tantas tristes noches, me vio hablando en la televisión. Lo que tocó su corazón fue saber que era importante para Dios, a pesar de que él siempre había creído que no le importaba a nadie.
El hecho de saber que Dios lo había amado tanto que entregó a su Hijo unigénito para morir en la cruz, por él, lo conmovió. Se sintió más malo que nunca; sucio; indigno. Pero, misteriosa, incomprensible e incoherentemente feliz. Aquel momento constituyó el comienzo de una nueva experiencia. Aquella noche, frente al televisor, el joven de sonrisa melancólica y cabellos acaracolados entendió que su valor no radicaba en lo que era, sino en lo que Jesús había hecho por él en la cruz del Calvario.
Por eso hoy, antes de enfrentar las vicisitudes de la vida, piensa un poco en el amor maravilloso de Dios por ti. Y que eso te inspire a vivir un nuevo día. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna".
Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón
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