En quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él. Efesios3:12.
¿A Iguna vez has pasado por la dolorosa experiencia de ser rechazado? O, peor aún, ¿entraste en algún lugar sin haber sido invitado, y tuviste miedo de ser descubierto y expulsado?
La seguridad es una de las necesidades básicas del ser humano. El niño necesita sentirse seguro, para tener un desarrollo equilibrado. La vida sin seguridad es una permanente sensación de ausencia. Ausencia de alegría, de plenitud, de realización. Ausencia de la propia vida.
Te sientes ajeno, extranjero, peregrino. Nada te pertenece ni perteneces a nadie. Eres, sin ser. Existes sin vivir. Te perturba la pregunta inconsciente: "¿Para qué estoy en este mundo? ¿Qué hago aquí? ¿De dónde vengo y adonde voy?"
El versículo de hoy trae una de las más bellas promesas de seguridad. Pablo, escribiendo a los efesios, les promete seguridad y acceso. Les asegura que ya no es necesario andar por la vida sintiendo que no tienen derecho a nada. Acceso. ¿Entiendes? Puedes entrar; las puertas están abiertas para ti. ¡Tienes derecho! Nadie te va a preguntar: "¿Por qué estás aquí?"
A pesar de que la promesa divina que Pablo presenta se refiere a la seguridad y el acceso a la vida eterna, es válida también en cuanto a los desafíos que esta vida te presenta. Para vencer, necesitas de un corazón seguro, y no hay seguridad interior si Jesús no está presente. Una de las cosas maravillosas que Jesús hace es colocar en orden tu mundo interior: limpia lo que tiene que ser limpiado; arregla lo que tiene que ser compuesto; quita lo que tiene que ser retirado. En fin, instala paz en tu corazón; retira de tu vida la permanente sensación de culpa, que te paraliza e imposibilita de alcanzar la victoria en cualquier área de la vida.
Inútilmente, el ser humano trata de armonizar su mundo interior, echando mano de los recursos de disciplinas existencialistas. Eso que la nueva era llama "armonía interior" no es otra cosa sino la paz que Jesús promete a quienes reconocen su insuficiencia y lo buscan. En Jesús, y solo en Jesús, desaparecen los miedos y los temores. En él no hay más lugar para la inseguridad. En Jesús, tenemos acceso. Por eso, hoy, recibe inspiración para una nueva jornada, pensando en las palabras de Pablo: "En quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él".
Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón
¿A Iguna vez has pasado por la dolorosa experiencia de ser rechazado? O, peor aún, ¿entraste en algún lugar sin haber sido invitado, y tuviste miedo de ser descubierto y expulsado?
La seguridad es una de las necesidades básicas del ser humano. El niño necesita sentirse seguro, para tener un desarrollo equilibrado. La vida sin seguridad es una permanente sensación de ausencia. Ausencia de alegría, de plenitud, de realización. Ausencia de la propia vida.
Te sientes ajeno, extranjero, peregrino. Nada te pertenece ni perteneces a nadie. Eres, sin ser. Existes sin vivir. Te perturba la pregunta inconsciente: "¿Para qué estoy en este mundo? ¿Qué hago aquí? ¿De dónde vengo y adonde voy?"
El versículo de hoy trae una de las más bellas promesas de seguridad. Pablo, escribiendo a los efesios, les promete seguridad y acceso. Les asegura que ya no es necesario andar por la vida sintiendo que no tienen derecho a nada. Acceso. ¿Entiendes? Puedes entrar; las puertas están abiertas para ti. ¡Tienes derecho! Nadie te va a preguntar: "¿Por qué estás aquí?"
A pesar de que la promesa divina que Pablo presenta se refiere a la seguridad y el acceso a la vida eterna, es válida también en cuanto a los desafíos que esta vida te presenta. Para vencer, necesitas de un corazón seguro, y no hay seguridad interior si Jesús no está presente. Una de las cosas maravillosas que Jesús hace es colocar en orden tu mundo interior: limpia lo que tiene que ser limpiado; arregla lo que tiene que ser compuesto; quita lo que tiene que ser retirado. En fin, instala paz en tu corazón; retira de tu vida la permanente sensación de culpa, que te paraliza e imposibilita de alcanzar la victoria en cualquier área de la vida.
Inútilmente, el ser humano trata de armonizar su mundo interior, echando mano de los recursos de disciplinas existencialistas. Eso que la nueva era llama "armonía interior" no es otra cosa sino la paz que Jesús promete a quienes reconocen su insuficiencia y lo buscan. En Jesús, y solo en Jesús, desaparecen los miedos y los temores. En él no hay más lugar para la inseguridad. En Jesús, tenemos acceso. Por eso, hoy, recibe inspiración para una nueva jornada, pensando en las palabras de Pablo: "En quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él".
Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón
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