Os conjuro, oh doncellas dejerusalén, que no despertéis ni hagáis velar el amor, hasta que quiera. Cantares 8:4.
La poesía que compone el libro de Cantar de los Cantares tiene varios versos que se repiten. El propósito que tenían los escritores hebreos en la repetición, algunas veces con palabras iguales y otras veces con palabras similares, era el de resaltar la enseñanza que querían compartir.
El versículo de hoy se repite numerosas veces en el libro y siempre quien lo dice es la sulamita, esposa de Salomón, y el mensaje es claro: no apures ni hagas esperar el amor, hasta que aparezca.
Es común que aquellos que tienen amigos con quienes han compartido muchos momentos, sientan el vacío cuando uno de ellos formaliza una relación de noviazgo. La persona amada toma tal importancia en la vida del enamorado, que sin querer, los amigos pasan a un segundo lugar en tiempo, afectos y actividades a compartir. Todo esto, además de ser común, debe ser así, para que la relación especial crezca y madure.
Como no todos perciben las cosas de la misma manera, los amigos(as) de quien inicia un noviazgo, pueden sentir celos y hasta deseos de ocupar el mismo lugar del que está viviendo la experiencia de enamorarse. El vacío y el sentido de soledad que queda en esos amigos, a veces los hacen pensar que ellos también necesitan formalizar un noviazgo.
Una de mis alumnas estaba muy enamorada, llevaba varios meses de noviazgo serio y responsable, y no podía ocultar su amor y felicidad ante las amigas presentes. En un momento en que se alejó, dos de esas amigas expresaron: "¿Por qué algunas personas pueden ser felices y otras tenemos que estar solas? Yo desearía con todo mi corazón estar viviendo algo así, pero no puedo". Le recordé a esa joven que tenía toda la vida por delante, que no había necesidad de apurarse para lograr algo que tarde o temprano llegaría.
La sulamita y Salomón intentaron dejar esa enseñanza: no te apures en tener un amor. Dios conoce tus tiempos, conoce a la persona que te hará feliz y a su vez será feliz contigo, y no necesitamos "ayudar" al Señor para que esa persona especial aparezca. "Despertar" o "hacer velar" (hacer esperar) el amor cuando llega, puede entorpecer la relación y arruinarla. No te sientas mal por los sentimientos de vacío o de soledad que puedas tener al ver lo que otros están disfrutando, ya que Dios también sabe de tus necesidades afectivas y las suplirá para que disfrutes de la vida.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela
La poesía que compone el libro de Cantar de los Cantares tiene varios versos que se repiten. El propósito que tenían los escritores hebreos en la repetición, algunas veces con palabras iguales y otras veces con palabras similares, era el de resaltar la enseñanza que querían compartir.
El versículo de hoy se repite numerosas veces en el libro y siempre quien lo dice es la sulamita, esposa de Salomón, y el mensaje es claro: no apures ni hagas esperar el amor, hasta que aparezca.
Es común que aquellos que tienen amigos con quienes han compartido muchos momentos, sientan el vacío cuando uno de ellos formaliza una relación de noviazgo. La persona amada toma tal importancia en la vida del enamorado, que sin querer, los amigos pasan a un segundo lugar en tiempo, afectos y actividades a compartir. Todo esto, además de ser común, debe ser así, para que la relación especial crezca y madure.
Como no todos perciben las cosas de la misma manera, los amigos(as) de quien inicia un noviazgo, pueden sentir celos y hasta deseos de ocupar el mismo lugar del que está viviendo la experiencia de enamorarse. El vacío y el sentido de soledad que queda en esos amigos, a veces los hacen pensar que ellos también necesitan formalizar un noviazgo.
Una de mis alumnas estaba muy enamorada, llevaba varios meses de noviazgo serio y responsable, y no podía ocultar su amor y felicidad ante las amigas presentes. En un momento en que se alejó, dos de esas amigas expresaron: "¿Por qué algunas personas pueden ser felices y otras tenemos que estar solas? Yo desearía con todo mi corazón estar viviendo algo así, pero no puedo". Le recordé a esa joven que tenía toda la vida por delante, que no había necesidad de apurarse para lograr algo que tarde o temprano llegaría.
La sulamita y Salomón intentaron dejar esa enseñanza: no te apures en tener un amor. Dios conoce tus tiempos, conoce a la persona que te hará feliz y a su vez será feliz contigo, y no necesitamos "ayudar" al Señor para que esa persona especial aparezca. "Despertar" o "hacer velar" (hacer esperar) el amor cuando llega, puede entorpecer la relación y arruinarla. No te sientas mal por los sentimientos de vacío o de soledad que puedas tener al ver lo que otros están disfrutando, ya que Dios también sabe de tus necesidades afectivas y las suplirá para que disfrutes de la vida.
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