domingo, 17 de abril de 2011

"ESTUVE DESNUDO, Y ME CUBRISTEIS"

Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros le dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de que aprovecha? Santiago 2:15, 16.

Uno de los desastres naturales que conmociono a toda Argentina en 2003, fue la inundación de la capital de la provincia de Santa Fe. El rio creció y se desbordo tan rápidamente, que no se pudieron evitar las pérdidas humanas y materiales de cientos de familias. A todo esto, se sumó un invierno sumamente lluvioso, que no permitía hacer un buen rescate de los damnificados y no permitía que bajara el alto nivel que había alcanzado el agua.
La ayuda humanitaria no se hizo esperar, y de todas partes, incluso de otros países, fueron enviados a la provincia en crisis alimentos, ropas y medicamentos. En el colegio donde trabajaba, un profesor de Educación Física eligió a un grupo de alumnos responsable de la elección, separación y acomodamiento de toda la ayuda que llegaba al colegio. Se ubicaron los comestibles y las vestimentas en cajas y bolsas, y después de semanas de preparación se llenó un camión con toda la ayuda. Personalmente me dio alegría ver a adolescentes y jóvenes dispuestos a realizar esta tarea.
En emergencias es necesaria toda la ayuda que pueda llegar, pero como cristianos no debemos esperar a que ocurran para desear ser solidarios con nuestros semejantes. Jesús les recordó a sus discípulos: "Porque siempre tendréis pobres con vosotros" (Mat. 26:11), y es a ellos a quienes tenemos que socorrer con lo que esté a nuestro alcance.
Santiago, como hombre de Dios y dirigente de la iglesia cristiana primitiva, declare que la fe debe ser acompañada por las obras. Y es en ese contexto que explico que si un hermano tiene necesidad de ropa o comida, no tiene ningún sentido "animarlo" con palabras, porque la verdadera ayuda consistirá en compartir algo de lo que Dios nos da.
Mira la ropa que tienes en tu closet, y que hace años no usas, quizá porque te quedo chica, angosta, o sencillamente porque ya no te gusta. No tiene sentido tenerla alii si no la usas. Entonces ¿por qué no entregarla a quienes la necesita? El Dios del universo derrama muchas bendiciones sobre sus hijos para que a su vez ellos sean un canal de bendición para otros. No te prives del placer de compartir; anímate a compartir una bendición del Señor.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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