Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. Marcos 9:23.
Finalmente, hay un remedio sobrenatural que fortalece la salud física: La fe en Dios. Aunque haya ateos que lo nieguen, aunque haya médicos y científicos que le resten importancia, está comprobado que los que poseen una fe genuina en Alguien superior, tienen más expectativas de vida que los escépticos.
Cada vez que se comunica a una persona que tiene cáncer, ella misma y todos sus familiares y amigos parecen golpeados por la noticia. Este fue el caso de Graciela, una joven a la que después de haberle hecho numerosos estudios, su médico de cabecera le diagnosticó la aparición de varios tumores en la zona abdominal. El médico le había dado esperanzas de vida y recuperación si se sometía a una riesgosa operación quirúrgica. Ella aceptó. Como tenía un hijo pequeño, a quien no quería angustiar, llevó sola la carga emocional durante muchos días, hasta que se encontró en el colegio de su hijo con una persona que supo escucharla. Se trataba de un maestro adventista, quien al escuchar el dolor y la desesperación de esta joven madre, le transmitió su fe y confianza en un Salvador poderoso. Le aseguró que el grupo del personal del colegio estaría orando por su caso, y la invitó a que ella misma le pidiera a Dios que si era su voluntad, hiciera un milagro en su cuerpo.
Faltaban pocos días para la fecha propuesta para la operación, y su médico de cabecera sugirió un estudio adicional del abdomen, para tener más seguridad en el trabajo que realizaría. Lo notable y maravilloso fue que estos nuevos estudios no mostraron nada fuera de lo normal; y el médico, al compararlos con los estudios anteriores, exclamó: "Aquí hay un error!" Pospuso la fecha de la operación para hacerle más estudios que confirmaran la primera presunción de cáncer. Finalmente, ante los últimos resultados, Graciela le contó a su médico acerca de la fe que había abrazado y de la seguridad de que Dios había obrado como el Médico de los médicos.
La Biblia registra la historia de un leproso (Mat. 8:1-4), de una mujer con flujo de sangre (Mat. 9:20-22), de la hija de Jaira fallecida (Mat. 9:18-26), de un hombre con una mano seca (Mat. 12:9-14), del ciego en Betsaida (Mar. 8:22-26) y de un paralítico cargado por cuatro amigos (Mar. 2:1-12). En cada uno de estos casos se nos relata un milagro obrado por la fe del paciente o de los familiares o amigos. En cada caso Dios, a través de su Hijo, devolvió la salud quebrantada. ¿Realidad o fantasía?, se preguntan muchos al oír acerca de los milagros bíblicos, pero la respuesta está en la fe.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Finalmente, hay un remedio sobrenatural que fortalece la salud física: La fe en Dios. Aunque haya ateos que lo nieguen, aunque haya médicos y científicos que le resten importancia, está comprobado que los que poseen una fe genuina en Alguien superior, tienen más expectativas de vida que los escépticos.
Cada vez que se comunica a una persona que tiene cáncer, ella misma y todos sus familiares y amigos parecen golpeados por la noticia. Este fue el caso de Graciela, una joven a la que después de haberle hecho numerosos estudios, su médico de cabecera le diagnosticó la aparición de varios tumores en la zona abdominal. El médico le había dado esperanzas de vida y recuperación si se sometía a una riesgosa operación quirúrgica. Ella aceptó. Como tenía un hijo pequeño, a quien no quería angustiar, llevó sola la carga emocional durante muchos días, hasta que se encontró en el colegio de su hijo con una persona que supo escucharla. Se trataba de un maestro adventista, quien al escuchar el dolor y la desesperación de esta joven madre, le transmitió su fe y confianza en un Salvador poderoso. Le aseguró que el grupo del personal del colegio estaría orando por su caso, y la invitó a que ella misma le pidiera a Dios que si era su voluntad, hiciera un milagro en su cuerpo.
Faltaban pocos días para la fecha propuesta para la operación, y su médico de cabecera sugirió un estudio adicional del abdomen, para tener más seguridad en el trabajo que realizaría. Lo notable y maravilloso fue que estos nuevos estudios no mostraron nada fuera de lo normal; y el médico, al compararlos con los estudios anteriores, exclamó: "Aquí hay un error!" Pospuso la fecha de la operación para hacerle más estudios que confirmaran la primera presunción de cáncer. Finalmente, ante los últimos resultados, Graciela le contó a su médico acerca de la fe que había abrazado y de la seguridad de que Dios había obrado como el Médico de los médicos.
La Biblia registra la historia de un leproso (Mat. 8:1-4), de una mujer con flujo de sangre (Mat. 9:20-22), de la hija de Jaira fallecida (Mat. 9:18-26), de un hombre con una mano seca (Mat. 12:9-14), del ciego en Betsaida (Mar. 8:22-26) y de un paralítico cargado por cuatro amigos (Mar. 2:1-12). En cada uno de estos casos se nos relata un milagro obrado por la fe del paciente o de los familiares o amigos. En cada caso Dios, a través de su Hijo, devolvió la salud quebrantada. ¿Realidad o fantasía?, se preguntan muchos al oír acerca de los milagros bíblicos, pero la respuesta está en la fe.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
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