martes, 26 de julio de 2011

EL DON DE LA PERSEVERANCIA

El cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad. Romanos 2:6, 7.

Muchos logran el éxito en su vida estudiantil, laboral, económica y sentimental por el don de la perseverancia. Mientras que la gran mayoría se rinde ante los primeros obstáculos que presenta el camino, otros, con tenacidad y esmero, se esfuerzan para transitarlo con el único propósito de llegar a la meta. Es verdad que el talento personal para realizar una determinada tarea es un complemento importante para el éxito, pero este sin perseverancia solo demuestra mediocridad.
Un ejemplo de perseverancia fue el tenista Pete Sampras. Para el año 2002 había alcanzado un record mundial: catorce títulos en torneos de Grand Slam. No es fácil llegar a la cima del mundo en cualquier disciplina deportiva, y mantenerse. Muchos, al llegar a lo más alto, pierden la motivación y no ven nuevos desafíos en su carrera. Sin embargo, este jugador de tenis, después de ganar su primer torneo, trabajó, luchó y se superó hasta demostrar que es posible permanecer durante años como el número uno.
Es normal que alguna mañana nos levantemos sin ánimo de estudiar o trabajar. ¿Quién no ha sentido depresión alguna vez? Pero más allá de estas emociones, el deseo de superación y de alcanzar una meta tiene que ser la prioridad para materializar el éxito.
Más allá de las metas académicas, laborales, financieras y sentimentales, el don de la perseverancia también es necesario en la vida espiritual. Con tenacidad tenemos que enfrentarnos cada día con las tentaciones que el enemigo de Dios pone en nuestro camino; con paciencia debemos humillarnos ante el Creador y solicitar su perdón por las caídas y su fuerza para continuar; con perseverancia debemos proseguir hasta que Cristo nos dé la corona de victoria.
¿Cómo te sientes en tu carrera espiritual hoy? ¿Estás cansado de luchar y perseverar en el camino cristiano? ¿Te encuentras abatido porque las malas palabras, el rencor o el egoísmo parecen dominarte por completo? ¡No te desanimes! Recurre al Dios del cielo para obtener el don de la perseverancia, y el Espíritu Santo te dará la tenacidad suficiente, no solo para vencer el pecado sino también para alcanzar la vida eterna.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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